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ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO / ITALIA

Socialistas y democristianos temen que el PCI se alce con la victoria el próximo 17 de junio

Juan Arias

El próximo 17,de junio, 45 millones de italianos irán a las urnas para elegir 81 diputados para el Parlamento Europeo de Estrasburgo. Los partidos que se presentan a las elecciones son 11 y el total de candidatos en las cinco áreas en las que ha sido dividido electoralmente el país es de 774. Los jóvenes llamados a votar son más de cinco millones, de los cuales dos millones y pico votarán por primera vez. Las mujeres con derecho a voto suman 1.700.000 más que los hombres, y el hecho preocupa, porque en el último sondeo publicado por la revista L'Espresso, la mayoría de las personas que no tienen intención de ir a votar son jóvenes y mujeres.

Según esta encuesta, el partido socialista aum entará sus votos En las últimas elecciones eu ropeas de 1979 obtuvo el 11% de los sufragios. La Democracia Cristiana, según la revista, perderá aún más votos, tras el descalabro sufrido en los comicios legislativos del año pasado -en los que bajó un 6%-, mientras que el partido comunista mantendría el mismo porcentaje de las últimas europeas, un 30%. Hace cinco años, la DC obtuvo un 38% de los votos.Se especula, por otra parte con la posibilidad de que se afiancen en estas elecciones los llamados partidos laicos menores, es decir, republicanos, liberales y socialdemócratas. Los dos primeros se presentan esta vez con listas únicas y son partidos que se han caracterizado siempre por su clara vocación europeísta.

Por lo que se refiere a la cam paña electoral, como ocurre siempre en este país, donde hasta las elecciones de media doce na de alcaldes adquiere un simbólico valor nacional, lo cierto es que está implantada en función de la política interna. Ante todo porque en Italia existe una gran pasión por el eterno problema del partido Comunista. El veto a que está sometido este partido, a pesar del enorme volumen de votos con que cuenta, impide que exista en Italia un verdadero recambio político.

Italia es el único país europeo occidental que desde hace 40 años no ha experimentado una alternancia en el poder. Además, esta vez, toda una serie de circunstancias han convertido las elecciones europeas en un verdadero examen político nacional.

Existe la incógnita del partido socialista, que ha lanzado su gran desafio en el último congreso de Verona con la aclamación de su secretario, Bettino Craxi, y la proclamación de su unidad interna. Los socialistas se presentan a las urnas en un momento de virulenta guerra abierta contra el partido comunista.

Serán unas elecciones que deberán revelar el voto que los electores de este país dan a la experiencia del primer Gobierno italiano presidido por un socialista e, indirectamente, a la política de dicho partido.

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Al mismo tiempo podría, por primera vez en unas elecciones nacionales, darse el caso de un partido comunista que supere a la Democracia Cristiana. Por ello los democristianos cargarán las tintas contra los comunistas.

Recursos de política interior

La campaña electoral se desarrolla en dos carriles paralelos. Se habla de Europa, pero para pedir votos con motivaciones internas: los socialistas, para que se avale la política del Gobierno Craxi, y los comunistas, al revés, para que fracase e impedir de este modo la escalada del partido socialista; la Democracia Cristiana, para evitar un adelantamiento de los comunistas, y los republicanos, que fueron los vencedores en las últimas elecciones legislativas, para poder adquirir finalmente el rango de partido que cuenta en la vida política del país, dejando de ser un apéndice de las grandes formaciones.

Paradójicamente, el partido que más está hablando de Europa y que probablemente hará una campaña europeísta es la Democracia Cristiana, que puede explotar todo un filón. Por ejemplo, puede vanagloriarse de que su fundador, Alcide de Gasperi, fue un promotor de la unidad europea o de que todos los partidos democristianos actualmente presentes en el Parlamento de Estrasburgo han aprobado unánirnernente el nuevo tratado para acelerar la unión política de los Estados europeos. En cambio, los partidos socialistas se han dividido a la hora de votar.

Los democristianos de toda Europa han presentado un programa común. La Democracia Cristiana italiana está eufórica porque una pancarta preparada por este partido es la que ha sido elegida como símbolo de todos los democristianos europeos. Es un dibujo con las banderas de los 10 países de la Comunidad, con un velero, y las palabras: Un guía seguro al timón de Europa. La DC se enfrenta esta vez a un desario que despierta el orgullo democristiano: vencer en las elecciones al Parlamento Europeo para presentarlo como una victoria sobre los socialistas.

Un factor positivo a favor de los democristianos en esta campaña electoral es que están insistiendo en una acción pedagógica y sobre todo informativa frente a los electores, explicándoles lo que puede significar para el futuro una Europa unida.

Los socialistas no esconden que para ellos será un examen interno importante a favor o contra la política de Craxi, como partido y como Gobierno. No en balde, en el manifiesto más importante de este grupo Político, bajo el título Vota Europa, es el símbolo del partido socialista italiano el que aparece dentro de la o de Europa. Los socialistas europeos, que no han podido hacer un cartel electoral común, han tenido que añadir como aportación italiana una nota en el programa común, en la que se dice: "La integración de España y Portugal en la CEE es un imperativo urgente para la consolidación de la democracia en dichos países y en toda la Comunidad".

Y en cuanto a los comunistas italianos, que se sienten hoy muy vinculados a las socialdemocracias nórdicas y buscan en ellas apoyo para salir de su aislamiento político interior, están montando una campaña electoral muy agresiva, pero al mismo tiempo paradójica. Defienden con calor la unidad europea y el papel del Parlamento Europeo, y anhelan participar activamente en el grupo socialista en Estrasburgo, mientras intentan hacer fracasar la primera experiencia italiana de un Gobierno presidido por un socialista.

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