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Tribuna
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'Ubi sunt?'

Quién les ha visto y quién les ve. Cuando empezó a construirse el Estado de las autonomias parecian virreyes prepotentes de la Constitución, cada cual con su historia a cuestas y con toda la historia por delante. Formaban un cinturón de hierro virreinal que avalaba el nuevo poder de la periferia frente al centro, e invertir en lendakaris era una operación con más futuro que comprar telefónicas. Ahora. Ubi sunt? Dimitidos, impugnados, encausados, mutilados de poder, los lendakaris merecen un lugar de honor en la lista de los oficios más peligrosos, por encima incluso del de periodista. Dimitidos a empujones Escuredo y Hernández Ros, cuestionados e impugnados los de varias comunidades autónomas, zancadilleado desde las sombras de los pasillos de Ajuria Enea el mismísimo Garaikoetxea y puesto en cuestión judicial Jordi Pujol, parece como si una maldición hubiera caido sobre el lendakariato. Y a pesar de que el espíritu de los tiempos, aconseja no cerrarse al imperio sensorial de lo irreal y lo sobrenatural, me inclino a pensar en que sobre el Estado de las autonomías, más que una maldición desintencionada, opera una no menos mágica venganza fantasmal del espíritu del Estado. Una LOAPA invisible, telúrica, teledirigida desde los avernos por el conde duque de Olivares, relativiza el carisma de las autonomías tratando de rebajar la estatura de los lendakaris.

Me conduce a este racional pensamiento el hecho de que haya habido tanta mortandad o atentado homicida en tan corto plazo. Puede tratarse de una epidemia. De un misterioso síndrome tóxico que sólo afecta a los lendakaris, como si fuera un oficio frágil ante los bichitos. Un aceite de colza para lendakaris está circulando por las Españas sin control sanitario y da sentido a una ancestral expresión catalana que dice: Has begut oli! (has bebido aceite), cuando se quiere expresar la mala suerte del afectado. Pero se dice que esto no queda así y que Escuredo va a reaparecer de embajador del PSOE o de don Pelayo de un nuevo amanecer andalucista. Y que Garaikoetxea aún verá pasar el cadáver político de Arzallus ante las puertas de Ajuria Enea. Y que Pujol va a sacar un millón de catalanes a la calle y a ver qué hace con ellos Barrionuevo.

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