Unas 8.000 personas presenciaron la parada militar celebrada, bajo la presidencia del Rey, en la sede de la VII Región
El rey Juan Carlos, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas, presidió ayer en Valladolid, sede de la VII Región Militar, los actos culminantes del Día de las Fuerzas Armadas, que consistieron en un desfile de 6.000 hombres, 400 vehículos y 50 aviones y helicópteros, así como en un solemne homenaje a la bandera nacional. El Rey, junto a la reina Sofía y los príncipes, estuvo acompañado por el presidente del Gobierno, el ministro de Defensa y los miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor.
Los actos, que se desarrollaron con tiempo soleado y una temperatura de 13 grados, fueron presenciados por unas 8.000 personas, cifra algo inferior a las registradas en años anteriores en Burgos, Zaragoza o Barcelona. Manuel Fraga, entre los políticos asistentes, y la Guardia Civil, entre las unidades participantes en el desfile, fueron los más aplaudidos y vitoreados durante la jornada.Los Reyes llegaron a Valladolid por vía aérea, poco después de las 11.00 horas. A las 11.30 se desplazaron a la plaza de Zorrilla, en el centro de la capital castellana, donde, en compañía del presidente del Gobierno y de los miembros de la JUJEM, presidieron el homenaje a la bandera. El Rey, que vestía uniforme de capitán general del Ejército de Tierra, recibió una enseña nacional de manos del alcalde de Valladolid, el socialista Tomás Rodríguez Bolaños. Don Juan Carlos entregó la bandera a un alférez cadete del Ejército del Aire, y éste, en compañía de otros cuatro cadetes de los tres Ejércitos y de la Guardia Civil, izaron la enseña en un alto mástil mientras sonaba el himno nacional.
Tras esta ceremonia, los Reyes y las autoridades civiles y militares se desplazaron a las tribunas de honor situadas en el paseo de Zorrilla, por donde se desarrolló el desfile a partir de las 12.30 horas. La familia real, el presidente del Gobierno, el ministro de Defensa y los integrantes de la JUJEM ocuparon la tribuna central. A su izquierda, y en otra tribuna, se situaron los presidentes de las dos cámaras parlamentarias, de los tribunales Constitucional y Supremo y de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, así como los ministros de Interior, Presidencia, Cultura y Administración Territorial; el presidente de la Comunidad Autónoma de Asturias; el líder de la oposición conservadora, Manuel Fraga, y representantes del Congreso y el Senado. En la tribuna de la derecha se situaron las autoridades del Ministerio de Defensa y los altos cargos militares asistentes al acto.
El desfile estuvo dividido en tres partes, en las que participaron cerca de 6.000 hombres. La primera, consistente en una gran columna motorizada de 400 vehículos y 1.328 hombres, fue precedida por el capitán general de la VII Región Militar, teniente general Prudencio Pedrosa: Tras él desfilaron unidades de Infantería de Marina, División Acorazada, Brigada de Caballería, Artillería de campaña y Artillería antiaérea. Entre el material utilizado destacaron los carros de combate M-48 y AMX-30, los misiles antiaéreos Hawk, el lanzacohetes Teruel y el cañón multitubo antiaéreo Meroka.
En la columna de a pie, compuesta por 4.628 infantes, figuraron compañías de las Academias Militares, Guardia Real, Paracaidistas de Tierra y Aire, Operaciones Especiales, Regulares, Alta Montaña, Guardia Civil y Legión. Por primera vez desfiló a pie una compañía de mujeres, integrantes del cuerpo de damas de Sanidad Militar.
Al término del desfile, el Rey se retiró a bordo de un automóvil descubierto, entre numerosos aplausos del público. Seguidamente, y tanto desde el público situado cerca de las tribunas como desde algunos balcones próximos, se corearon durante varios minutos los gritos de ¡Fraga, Fraga, Fraga!, hasta que el presidente de Alianza Popular se alejó de la zona.
Seguridad más rígida
Desde primeras horas de la mañana, la ciudad de Valladolid se encontraba fuertemente vigilada por cerca de 2.000 policías, entre ellos miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional, mientras fuerzas de la Guardia Civil controlaban los accesos a la capital.
La seguridad en torno al Rey fue más rígida que en años anteriores, y, salvo en la recepción que ofreció el jefe del Estado por la tarde, no se permitió que ninguna persona, incluidos los periodistas, se acercara a menos de 100 metros del Rey.
Antes de iniciarse los actos, por la mañana, numerosos balcones de las calles céntricas de la capital estaban adornados con la enseña nacional. Igualmente, a lo largo del paseo de Zorrilla, se situaron numerosos puestos ambulantes en los que se vendían gorras, pegatinas, llaveros y otros adornos con la bandera y escudos nacionales.
El Ministerio de Defensa distribuyó entre los 150 periodistas acreditados para los actos abundante documentación sobre el desarrollo de los mismos. Entre los informadores fue comentado el hecho de que, al referirse al historial del regimiento Toledo 33, participante en el desfile, en la documentación se dijera que esa unidad participó en la "cruzada de liberación nacional".
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