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La cura de 'Las meninas'

John Brealey, del Metropolitan de Nueva York, restaura el mas famoso cuadro de Velázquez

El lunes 14 de mayo, John Brealey, de 60 años, director del gabinete de restauración del Metropolitan Museum de Nueva York, y de origen inglés, iniciaba la limpieza de Las meninas, de Velázquez, en un estudio de la tercera planta del Museo del Prado. La decisión del director de la pinacoteca, Alfonso Pérez Sánchez, ha levantado una fuerte polémica entre los técnicos españoles, en la que, además de reproducir la conocida discusión entre las grandes escuelas de restauración, se denuncia el aislamiento de los especialistas españoles.

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El solo anuncio de la llegada de Brealey, cuya estancia y viaje a Madrid han sido financiados por una anciana norteamericana que ha pedido que se silenciara su nombre, despertó ya las primeras reacciones negativas entre los técnicos del Instituto de Conservación y Restauración, la Escuela de Restauración y la Facultad de Bellas Artes de Madrid. El no haber sido informados de lo que se iba a hacer sobre el famoso lienzo que Velázquez terminara en 1656 y sus temores respecto al resultado de la limpieza eran las causas primeras de su inquietud. Frente a ellos, los integrantes del Patronato del Prado y conocidos historiadores respaldaban la presencia y el trabajo de Brealey.Pero, ¿cúal es el alcance de esa operación de limpieza? "Aparecerán grises, nacarados y platas que no se podían ver; era un cuadro inquietante que se transformará en sosegante", ha asegurado Pérez Sánchez, a la vista de las tonalidades que van apareciendo conforme Brealey hace desaparecer el velo amarillento que cubría el cuadro y que se había formado a base de polución. Y es precisamente ese cambio de aspecto, perdido hace más de 50 años, el que teme la mayor parte de los técnicos españoles.

Sin embargo, José López Rey -catedrático honorario del Instituto de Bellas Artes de Nueva York, considerado como una de las máximas autoridades mundiales en este campo y autor de varios estudios sobre Velázquez-, que el pasado miércoles observó el trabajo realizado hasta esa fecha por Brealey, asegura que "lo que he visto hasta el momento me parece muy bien. No quiero entrar en polémicas, hasta que no esté totalmente terminado el trabajo prefiero no dar una opinión definitiva".

Añade López Rey que conoce el trabajo de restauración realizado por Brealey con La dama del abanico y que le parece perfecto e impecable. No entiende López Rey los temores respecto a la nueva imagen que se pueda descubrir ahora con Las meninas. "Ocurre", explica gráficamente, "como cuanto te acostumbras a ver caminar cojeando a una persona próxima y, de repente se le somete a una operación. Te choca, porque la imagen habitual era ver a esa persona arrastrando una pierna. Pero ella estaba mal, y lo mejor para ella es que camine correctarnente".

Termina diciendo que la suciedad de la obra era evidente y que

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viene de la página 38

su aspecto actual poco tenía que ver con el que él recuerda de hace 50 años, desde antes de iniciar su exilio de 40 años, tiempo durante el que se dedicó a la docencia y a la investigación en Estados Unidos.

Otro historiador considerado como una de las máximas autoridades en Velázquez, Diego Angulo, de 82 años, miembro del Patronato del Museo del Prado, afirma que el trabajo de Brealey "me parece bien y es totalmente respetuoso con la obra. La gente se va a sorprender cuando vea el resultado final, porque aparecerán nuevos colores y matices. Pero son los que pintó Velázquez, y no se altera nada de la concepción inicial de Las meninas, sino que simplemente se elimina la suciedad de los barnices, que impedía contemplar correctamente la pintura".

Diego Angulo dirigió El Prado entre 1968 y 1970, aunque ocupó diferentes cargos en la pinacoteca desde 1920. Recuerda que Las meninas ha sido sometida a otras dos limpiezas anteriores. "No puedo precisar las fechas", intenta recordar, "pero se limpió a finales del XIX, hacia 1870, y anteriormente tras el incendio ocurrido en el Alcázar".

"La polémica entre los técnicos", sigue Angulo, "me parece normal, pero irresponsable. Las críticas están cargadas de razones humanas que no quiero precisar. Se ha escogido al mejor restaurador. El que una pintura universal como ésta requería".

Nerviosismo

¿Y no hay especialistas entre los restauradores del taller del Prado capaces de realizar este trabajo? "No", responde Angulo. "Pueden hacer otras cosas, pero no ésta. El taller del Prado tuvo momentos de gran florecimiento, pero ahora está formado por gente muy joven, sin tradición. Es posible que dentro de pocos años puedan, pero ahora no. No olvidemos que no hay en el mundo ninguna pintura superior a ésta, y era necesario traer al mejor".

Diego Angulo asegura que la polémica es improcedente. Entre otras cosas, por la repercusión que pueda tener en el ánimo de Brealey. "Es un trabajo que requiere una tranquilidad intelectual total. No se puede poner nervioso, y desde que llegó empezaron las críticas. Y pueden estar convencidos de que si él se va, pierde el cuadro".

Porque lo cierto es que la polémica parece haber desagradado profundamente al restaurador, hasta el punto de que el pasado lunes estuvo a punto de abancionar el trabajo. La visita del propio ministro de Cultura, Javier Solana, y del director general de Bellas Artes, Manuel Fernández Miranda, sirvió, al parecer, para templar los ánimos. Sin embargo, a partir de ese día el profesor Brealey decidió suspender las entrevistas con los medios informativos, según aseguró el jefe de prensa del Museo del Prado. Las visitas al estudio donde Brealey desarrolla su trabajo, ofrecidas desde el día de su llegada en un comunicado del Prado, empezaron a ser restringidas, hasta el punto de que un grupo de catedráticos de Bellas Artes y pintores tuvieron dificultades el pasado lunes para contemplar la obra.

Críticas al procedimiento

Precisamente en esta facultad se han producido las mayores críticas contra el procedimiento, que no contra el trabajo, de realizar la limpieza del cuadro. La opinión generalizada entre el profesorado, incluidos los vicedecanos José Carralero y Ángel Capa y el catedrático de Restauración Francisco Núñez de Lis, es que, al igual que se hace en las escuelas de los países del Este o de la mayor parte de las escuelas europeas, la limpieza se hubiera quedado en un grado intermedio, de forma que no se rompiera bruscamente la imagen visual del cuadro.

Pero, sobre todo, los profesores de la facultad reclaman un debate público sobre un tema de esta envergadura. Agustín Úbeda, pintor y profesor de la facultad, dice que si se hace un debate televisivo sobre la violencia en el deporte, debiera haberse hecho algo semejante con Las meninas. "Allí, los técnicos, artistas e historiadores tendríamos que haber dado nuestra opinión, y entre todos haber encontrado la fórmula más adecuada. Lo que es antidemocrático es que un solo señor, en este caso el director del Prado, decida personalmente quién debe hacer el trabajo, por mucho que haya sido una actuación legalmente correcta".

Antonio Zarco, profesor y pintor, resume que el debate debiera centrarse en la elección y establecimiento de los principios de las escuelas de restauración que se van a seguir en España. "Son opciones muy diferentes. Mientras que los americanos, y hasta no hace mucho, también los anglosajones, eran partidarios de las limpiezas profundas y del colorido brillante, en los países latinos y en los países del Este se tiende a las limpiezas de grado intermedio. Yo he podido ver cómo han dejado La ronda de noche, de Rembrandt, en Amsterdam, y es deplorable, porque parece un hule en el que la noche se ha transformado en día".

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