Defensa de Machado
Entre indignado y átonito he leído la columna-pirueta publicada en la edición del día 22, bajo el título Machado, y firmada por Vicente Verdú.Es seguro que entre las brumosas intenciones de dicha columna figura precisamente la de provocar reacciones, más o menos airadas, de los lectores. Es ese un truco muy viejo. Pero, aun así, no debemos renunciar al ejercicio (por mi parte sereno) de la opinión contraria.
Vaya por delante que comparto
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Viene de la página 11
con el señor Vérdú una cierta repugnancia por la beatería machacadesca, pues, en efecto, nada hay tan poco machadiano como el incienso y los altares, aunque sean laicos. En plena clandestinidad, me permití expresar esta sencilla advertencia (no hagamos demasiado grande la imagen del hombre, no sea que matemos su obra), aun cuando entonces se trataba de rescatar la figura de un hombre excepcional para el retorno de las libertades.
Del intento de manipulación por la derecha de esa misma figura, en una suerte de "lo canonizamos y aquí no pasó nada", también hemos sabido bastante. Que si traer sus restos a Sevilla y meterlos en el panteón de varones ilustres, que si glorietas o monumentos con el tufillo de la reconciliación nacional, y hasta verlo citado por ministrillos de Franco y sotanas encumbradas. Tampoco se nos han ahorrado los diletantes y los progres, esos que salvan al hombre, pero desdeñan la obra, por anticuada o no sé qué.
Todo eso, señor Verdú, hemos tenido que soportarlo con estoica y maireniana paciencia. Pero créame que hasta hoy, que he leído su colaboración, no había escuchado ninguna pamplina acerca de Machado. ¿Banal? ¿Aprendiz? ¿Está usted seguro de haberlo leído bien? /
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