El Gobierno francés actúa como mediador en el conflicto de Citroén
El Gobierno francés tomó ayer la iniciativa y se decididó a actuar como mediador en el conflicto planteado tras la ocupación de tres factorías de Citroén en los alrededores de París, en las que la central Confederación General de Trabajadores (CGT), de tendencia pro comunista, ha llevado la iniciativa desde el primer momento. El ministro de Asuntos Sociales, Pierre Beregovoy, inició ayer conversaciones -que continuarán hoy- con las cúpulas dirigents de la empresa automovilística y de la central sindical, para conseguir llegar a un punto de encuentro. Citroén pretende reducir 6.000 de sus 45.000 trabajadores actuales.La ocupación de las tres factorías, que se verían fuertemente afeactadas por los planes de supresión de puestos de trabajo previstos por la dirección de la firma automovilística, decididas por la CGT, el más potente sindicato del país, tiene un marcado carácter político, y pone en carne viva el problema de fondo de esta industria: una reconversión urgente que, de entrada, exige el recorte dramático de los actuales efectivos (cerca de 400.000 empleos) de los dos grandes constructores franceses: Renault (nacionalizado) y PSA (Peugeot-Citroen-Talbot), grupo privado.
La CGT se opone a la supresión de 6.000 empleos en Citroén y propone que se absorba la fabricación que actualmente produce la firma en el extranjero, es decir, la que fabrica la factoría de Vigo.
En el contexto de una plena reestructuración industrial, el Góbíerno socialista se ha topado ahora con su enemigo número uno, la central CGT, de tendencia comunista. No se olvide que el partido comunista participa en el Ejecutivo con cuatro ministros, que se opone a sangre y afuego al anuncio de Citroén de suprimir 6.000 empleos, 3.000 de los cuales conllevarían la jubilación anticipada de otros tantos obreros. En estos momentos, 10.000 empleados, en las tres fábricas ocupadas por orden de la CGT, se encuentran paralizados.
La CGT funda su acción (ha habido algunas violencias, pero no graves) en el rechazo categórico del exceso de efectivos que argumenta la dirección de Citroen. Este enfrentamiento sobre el terreno no es más que el comienzo de una guerra político- sindical que se sabe- cómo ha comenzado, pero de la que no se adivinan los sobresaltos y volteretas determinantes para el Gobierno de izquierda. Las estimaciones más modestas dicen que, en los dos próximos años, la industria del automóvil en Francia tendrá que suprimir 60.000 empleos.
Alternativa sindical
A este tipo de evidencias o razonámientos, el sindicato comunista plantea su solución específica: repatriar la industria automovilística francesa. Esto quiere decir que, en el caso de Citroen, Renault o Peugeot, estas firmas tendrían que cerrar las fábricas que han implantado en España y, así, crearían otros tantos empleos en Francia.Los hechos, vistos por la dirección de Citroen, por la mayoría de los expertos, y también por el Gobierno, no son tan simples: cada día más, si un grupo automovilístico quiere sobrevivir al alba del tercer milenio, tiene que vender en todo el planeta, pues es la Única forma de ser competitivo. Para ello, las firmas tienden a implantarse en países extranjeros, pero, como ocurre con en España, los gobiernos también exigen a cambio de su implantación y del consecuente acaparamiento del mercado, que se creen puestos de trabajo. Por otro lado, en el caso de España, los contratos vigentes entre los dos países incluyen obligaciones que afectan a las exportaciones e importaciones de vehículos o de piezas de recambio.
Al margen del resultado del diálogo emprendido ayer por el Gobierno con la empresa y con la CGT, se da por seguro que este sindicato, un día u otro, bien en el sector del automóvil o en los demás sometidos actualmente a la reindustrializacíón, reanudará la guerra, más que contra las industrias de turrio, contra toda la política gubernamental.
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