_
_
_
_
Reportaje:Los Reyes de España visitan por primera vez la URSS / y 3

Los artistas soviéticos luchan contra de 'realismo socialista'

Pilar Bonet

El realismo socialista continúa siendo el patrón que han de seguir los artistas en la URSS. Los tímidos intentos porromper esa férrea directriz chocan con la postura oficial de que no debe permitirse "ningún informalismo, ningún desarrollo incontrolado", como recordaba recientemente Konstantín Chernenko. Los creadores soviéticos han desarrollado su instinto "para captar en la atmósfera lo que pueden tratar y lo que no", y así, jugando con el prestigio y la autocensura, con el riesgo y la oportunidad, reflejan la imagen de la vida cotidiana, alejada de los "altos objetivos vitales, convicción ideológica, amor al trabajo y valor" del héroe que quisiera ver Chemenko. Este el panorama que se encontrarán los Reyes de España, que mañana inician una visita oficial a la Unión Soviética.

El realismo socialista sigue; siendo hoy día la base oficial de la creación cultural en la URSS. Sin embargo, en un entorno de campesinos y obreros revolucionarios con explicaciones para casi todo, se filtran elementos incómodos: fragmentos del pasado prerrevolucionario, muestras de desencanto, apatía y críticas que no encajan con los objetivos del sistema.En el terreno cultural, el líder soviético, Konstantín Chernenko, es un hombre que parece saber lo que quiere. En distintas intervenciones públicas, Chernenko ha dejado clara su preferencia por el realismo -un arte que "mira a la cara a la vida"- y su animadversión por las tendencias abstraccionistas, que, según él, perdieron Iectores y compradores hacia 1925" para "apagarse silenciosa y pacíficamente".

En junio de 1983, en una intervención ante el Comité Central dedicada a ideología, Chernenko dio un toque de atención a los responsables de la cultura, el cine y las publicaciones de libros en la URSS. No debe permitirse, dijo, ningún informalismo, ningún desarrollo incontrolado".

Los "destinos fracasados", las "contrariedades de la vida", exhibidos sobre el telón de fondo de unas "concepciones dubitativas", son fenómenos negativos que surgen en los productos artísticos soviéticos, según Chernenko. Como lo son también la "falta de principios", el "subjetivisino" y la "desviación de la realidad". El héroe que Chernenko propone es una encarnación de "altos objetivos vitales convicción ideqlógica, amor al trabajo y valor". Nada más lejos de la realidad cotidiana.

El ciudadano de la calle

"El protagonista de películas más típico en la actualidad", señala un buen conocedor de la cultura en la URSS, "tiene más que ver con el ciudadano de la calle. A menudo es un personaje desencantado, nihilista, que ha resuelto sus problemas materiales y que, sin embargo, no es feliz'".

El tope de permisivismo alcanzado en la cultura se dio durante la época de Nikita Jruschov y al calor de la desestalinización. Durante este período fue posible editar obras que no volverían a ver la luz en la imprenta soviética (Un día en la vida de Iván Denisovich, de Aleksandr Solyenitsin) o que se convertirían en piezas sólo accesibles en el extranjero (La casa del malecón, de Yuri Trifonov).

En tiempos de Jruschov "muchos pensaban que la cultura adquiriría un espacio autónomo", comenta un joven poeta soviético, "pero algunos de los creadores de entonces se convirtieron en autores consagrados (el poeta Evgeni Evtuchenko), otros tuvieron que emigrar, y otros, como Solyenitsin, fueron sacados del país".

"En el momento actual", señala el poeta, ",el creador literario, por ejemplo, capta en la atmósfera lo que puede tratar y lo que no". El autor, explica, tiene que enfrentarse , a varios niveles de censura, comenzando por la autocensura. A partir de aquí viene el control exterior, que depende del factor geográfico y el estado del autor. "Puede ocurrir que un texto publicado íntegramente en Moscú sin problemas sufra múltiples mutilaciones en una ciudad de provincia". También ocurre lo contrario: obras internacionales no publicadas en ruso, por ejemplo, se editan en idiomas minoritarios de la URSS.

Por otra parte, cuanto más prestigioso es el artista, mayor es su capacidad para expresarse libremente. Un libro tan sorprendente y, tan imaginativo como Y el día duró más de un siglo, del autor de Kirguisa, Chinguiz Aitmatov, publicado en 1981 y elabor ado bajo la influencia de Gabriel; García Márquez, no hubiera, sido posible de ser su autor alguien menos importante. Aitmatov, premio Lenin de Literatura en 1983 y uno de los pocos representantes literarios de las minorías soviéticas conamplia fama internacional, se negó a modificar una solacoma de su libro.

La publicación de una obra susceptible de crear polémica choca con los consejos de redacción y los funcionarios responsables de la autorización. Antes de arriesgarse a aceptar algo nuevo y enfrentarse a sus superiores, los funcionarios prefieren negar el permiso, por si acaso. El resultado es la inercia y la falta de innovación, se señala en los medios intelectuales.

Energía

Forzar los límites de la periñisividad requiere, en opinión de estos medios, una enorme dosis de energía. A veces, no obstante, sobreviene el cansancio, tras largos años de batallar en el sistema. Éste parece ser el caso del director de teatro Yuri Lyubimov, un veterano miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética, que dirigía el teatro de la Taganka de Moscú (uno de los más famosos de la URSS). A la muerte de Yuri Andropov, de quien se dice que lo protegía, Lytibimov decidió quedarse en Occidente, donde residía desde hacía varios meses, protagonizando un tenso tira y afloja con las autoridades soviéticas.

Al margen de los circuitos oficiales en sentido estricto y de la emigración, hay también manifestaciones artísticas toleradas pero de carácter restringido. Así, es posible asistir a una exposición de arte de vanguardia en un piso particular o en un sótano, a un concierto de jazz en un almacén o a un recital de punks concurrido por jóvenes bien provistos de alfileres, imperdibles, cadenas y chaquetas de cuero.

Contestación integrada

Los fenómenos que surgen en este. ámbito, sin embargo, evolucionan a veces hasta institucionalizarse, observa el poeta. Éste es el caso de la galería de pintura moscovita Mala Gruzinskaia, que a mediados de la década de los setenta surgió como sede de un grupo de pintores de vanguardia perseguidos por las autoridades en sus exposiciones al aire. libre. Es también el caso de un grupo de literatos de Leningrado, organizados hace tres años en tomo al Museo Dostoievski.

Las autoridades soviéticas tratan de proceder a una integración cultural de las tradiciones, incluida la religión, y a creadores de posiciones políticas divergentes. En el momento actual, medios inte ectuales soviéticos advierten un intento de recuperar los valores de la oleada de creadores y artistas que emigraron inmediatamente después de la revolución. Se subrayan los elementos positivos y se dejan de lado los aspectos más embarazosos.

La recuperación y rehabilitación afecta a Boris Pastemak, premio Nobel soviético que siempre ha tenido un puesto en la literatura de su país como poeta. Su novela El doctor Zhivago, no obstante, sigue sin publicarse en la URSS, y en algunos medios se duda de que ello sea posible por ahora. En la tumba de Pastemak, en él cementerio de Peredelkino, en un barrio periférico.de Moscú, hay siempre flores frescas. Otro tanto sucede con la tumba del cantautor VIadimir Vysotsky, fallecido. en 1980, cuyas canciones satíricas encontraron un amplio eco entre la juventud.

El cine como 'agitprop'

Los cineastas soviéticos deben desempeñar un papel más activo como propagandistas del sistema, estimulando la participación de las masas en la actividad económica y social. Éste es el mensaje de una reciente resolución del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y del Consejo de Mínistros de la URSS, cuyo objetivo es aumentar el nivel ídeológico y artístico del cine y dotarlo de más recursos materiales.Sin dar nombres, la resolución critica a los realizadores cinematográficos que no eligen temas apropiados, hacen películas poco interesantes, distanciadas de la vida cotidiana o simplemente aburridas. El texto acusa a los cineastas de no recurrir más al héroe comunista positivo y, abundando en las ideas expuestas por Konstantín Chernenko en junio de 1983, pide mayor control para las películas extranjeras.

Una rápida ojeada a la cartelera moscovita de esta primavera permite señalar dos películas soviéticas recientes que han tenido un gran éxito de público. Se trata de Estación para dos y Maratón de otoño. La primera es una sátira social donde, con fina ironía, se trata el tema de la especulación y el mercado negro, utilizando el flash back desde un campo de prisioneros. La segunda cinta analiza también en tono satírico las relaciones entre la comunidad soviética y los extranjeros residentes en la URSS.

Entre las películas extranjeras en cartel se encuentran Tootsie y Kramer contra Kramer, ambas de Dustin Hoffman, que han encontrado una favorable acogida entre los soviéticos.

Con más de 150.000 salas de proyeccion en todo el país, el cine es uno de los espectáculos y entretenimientos más difundidos de la URSS.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_