Espejismos dorados
El oro ha sido siempre un valor-refugio para el dinero, ya que, a pesar de que el metal rey hace bastante tiempo que perdió su papel como patrón del sistema monetario, ha continuado ejerciendo una fuerte presión. Pero hoy no es posible hablar del oro sin conocer el comportamiento de su sustituto: el dólar norteamericano. Las cotizaciones de uno y otro están emparejadas inevitablemente: el fortalecimiento de uno supone el debilitamiento del otro. Por esa razón, muchos expertos monetarios auguran que en los próximos meses el oro puede remontar a largo plazo su cotización en los mercados mundiales entre 500 y 550 dólares la onza (0,321 gramos) desde los actuales 380 dólares.Estas consideraciones tienen escaso valor para los inversores particulares españoles, ya que la legislación vigente no permite la inversión ni en éste ni en otro metal (noble o plebeyo) mediante la entrada en los mercados internacionales. Sólo es posible adquirir pequeñas acuñaciones efectuadas por instituciones autorizadas y que son piezas en forma de pequeñas barras, muy cercanas al concepto joyero.
También es posible invertir, en piezas numismáticas de oro, donde la moneda surafricana, el krügerrand, continúa siendo el rey. Lo mismo puede decirse de la plata o el platino, incluso de los diamantes, que sufren desde principios de los años ochenta los excesos de cotización registrados en la década anterior.
Pero no hay que hacerse muchas ilusiones. Los inversores españoles deben pagar un impuesto de lujo del 30% por estas adquisiciones, lo que impide en la práctica obtener plusvalías. Sólo conviene entrar en este mercado con el ánimo de encontrar un refugio frío para el dinero. Las monedas, además, sufren continuas amenazas por la existencia de mercados negros que ofrecen piezas de contrabando a precios más bajos, ya que no pagan el impuesto correspondiente. Este hecho perjudica notablemente al inversor legal, que a la hora de intentar vender sus piezas verá disminuido su valor al menos en ese 30%.
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