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El clan de Rodolfo Azzoli, una 'honorable familia' respetada en Benidorm

La familia de Rodolfo Azzoli, el italiano detenido en octubre de 1983 y enviado anteayer a su país, mediante extradición, por las autoridades españolas, continúa llevando una vida honorable y apacible en Benidorm. Azzoli está acusado de blanquear en España con negocios legales el dinero sucio obtenido por la Mafia; pero su mujer y sus hijos han conseguido mantener una imagen de respetabilidad en Benidorm, al margen de las presuntas vinculaciones familiares con la onorata società.

Los dos hijos del matrimonio Azzoli siguen yendo al colegio privado Lope de Vega, de Benidorm, donde estudian desde 1981, año en que se instalaron con sus padres, Rodolfo Azzoli y Caterina Andronico, en esa población mediterránea. Ahora viven con su madre, de 34 años, natural de Milán, en un apartamento de la avenida del Mediterráneo. Hasta la detención de Rodolfo Azzoli por la policía española -en octubre de 1983-, la familia habitó un lujoso chalé, el número 46 de la urbanización Rocas Blancas, que Caterina tuvo que abandonar más tarde por falta de pago.Se trata de una casa de dos plantas, valorada en unos 17 millones de pesetas, que el constructor alicantino José Fusté accedió a vender a Rodolfo Azzoli en varias cantidades aplazadas. La entrada que el italiano dio a Fusté sirvió para que éste esperara todo un año el resto del pago, que nunca se materializó. Al parecer, Rodolfo Azzoli llegó a comentar amargamente que estaba esperando una importante cantidad de dinero, que nunca recibió, y explicó que le habían hecho "una faena". Luego vino su detención por la policía de Benidorm a iniciativa de la italiana.

En relación con la familia de Rodolfo Azzoli, Antonio Fusté, hijo del constructor que les vendió el chalé de Rocas Blancas, declaró a este diario que "con nosotros se portaron maravillosamente bien". Describió la vida de los Azzoli en la urbanización como la de una familia normal. Rodolfo Azzoli llevaba habitualmente al colegio a sus dos hijos en un Seat 127 de color gris. Su vida transcurría de una manera silenciosa y poco llamativa, que encajaba perfectamente con el ambiente este tipo de conjuntos residenciales.

Azzoli adquirió cuatro apartamentos en el edificio Sedavi y otros tantos en el edificio Santa Marta. También adquirió unos terrenos por casi dos millones de pesetas en la urbanización Sierra Helada, y regentó durante su estancia en Benidorm una joyería que llevaba su nombre.

Un personaje identificado por los antiguos vecinos de Rodolfo Azzoli como familiar allegado es un hombre de unos 35 años, muy moreno y de pelo abundante, caracterizado por llamativas cicatrices en la garganta. Cuida ahora de los apartamentos Sierra Dorada propiedad de los Azzoli. Se trata de un antiguo hotel situado en la zona del Rincón de Loix, en un extremo de la bahía de Benidorm, ya en la montaña. Es un italiano de pocas palabras que dice no saber nada de lo que pasa con sus jefes.

Cafarelli, otro integrado

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Archille Cafarelli, otro italiano acusado por la policía italiana de pertenecer a la red mafiosa de Gaetano Badalamenti -capo recientemente detenido en Madrid-, es un hombre totalmente integrado en la vida y negocios de Benidorm. Se instaló en esa población en 1976 y en la actualidad es "un industrial muy importante" según fuentes conocedoras del sector, "que tiene negocios con muchos industriales hosteleros".Tal vez por eso se comprende el estupor de quienes llegaron a bloquear la centralita de la comisaría de Benidorm con sus llamadas, en un intento de comprobar la noticia publicada el pasado día 16 (véase la edición de EL PAIS), en donde el nombre de Cafarelli se unía al de los más importantes de la banda de Badalamenti.

Los hombres de negocios más importantes del lugar están preocupados. Muchos de ellos comparten sociedades con Cafarelli, que, por su parte, ha comentado en fuentes oficiales su intención de interponer una querella contra este diario por las noticias difundidas sobre su persona.

La fortuna de Archille Cafarelli en Benidorm es incalculable, pero bastante inferior a las inversiones realizadas por Azzoli, que sólo en 1981 gastó unos 100 millones de pesetas. Cafarelli tiene participaciones en bares, discotecas, restaurantes y hoteles. Su personalidad es descrita como la de un hombre que "siempre paga puntualmente lo suyo".

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