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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

A siete días de las elecciones catalanas

EL SONDEO sobre las elecciones catalanas que hoy publica EL PAIS confirma las impresiones de que la intención de voto de los ciudadanos ante la consulta autonómica es sensiblemente diferente a la de las elecciones legislativas. Los socialistas -primera fuerza electoral catalana el 28 de octubre de 1982, con el 44,6% de los votos- pueden retroceder, según el sondeo, 12,6 puntos en relación a aquellos resultados y volver a ser superados por Convergència i Unió (CiU), tal como ocurrió en las anteriores elecciones autonómicas. De acuerdo con el sondeo, si Convergència uniera sus escaños a los de Esquerra Republicana de Catalunya, rozaría la posibilidad de formar por primera vez un Gobierno mayoritario en Cataluña.Debemos insistir en lo extremadamente coyuntural de estos datos -y en la advertencia de que de ninguna manera un sondeo es una predicción mágica. Con todo, vale la pena profundizar en el sentido de los datos de la encuesta. El nivel de participación previsto es ligeramente superior al de las anteriores elecciones autonómicas catalanas, pero continúa suponiendo un apreciable retroceso en relación al porcentaje de votantes en las elecciones legislativas y municipales. A la vista de la estabilidad -con ligera tendencia al alza- de los votantes de CiU en las últimas consultas, cabe deducir que la mayor parte de la abstención respecto a las legislativas la pagará el PSC-PSOE. El desgaste de la tarea de gobierno en Madrid y las inconcreciones del programa que están vendiendo los socialistas en la actual campaña -sólo su antipujolismo es concreto-, además de la especificidad de que éstas son unas elecciones autonómicas en un área con clara sensibilidad nacionalista, pueden ser las razones de la estimación de voto socialista.

De, confirmarse el resultado de Convergència i Unió, Jordi Pujol tendría, prácticamente todas las posibilidades de seguir en la presidencia de la Generalitat sin necesidad de realizar ningún tipo de pacto ni con los socialistas ni con Alianza Popular (AP), lo que ayudaría a mantener las ilusiones de Miquel Roca de llegar a vertebrar, de cara al futuro, una tercera vía de centro derecha en el Congreso de los Diputados. Ésta sería, a todas luces, la consecuencia más importante, de cara a la política interior española, de la victoria nacionalista y de la formación de Gabinetes sin la presencia de partidos de ámbito estatal tanto en el País Vasco como en Cataluña. Todo ello afecta muy directamente a la estabilidad interna de AP. Si bien el partido de Fraga no concurrió directamente a las elecciones autonómicas catalanas de 1980, apoyó abiertamente a una candidatura derechista que cosechó un 2,7% de los votos. En esta ocasión, sin que haga sombra a su opción españolista la entonces potente UCD, el sondeo le atribuye un magro 10%, lo que supondría un descenso neto de cuatro puntos, a pesar de la recesión socialista. Tras los resultados del País Vasco, si es verdad que difícilmente se puede aspirar a gobernar el Estado sin un buen peso específico en las dos zonas más industrializadas de España, Fraga se halla muy alejado de consolidar su. imagen como alternativa.

La leve recuperación del voto del PSUC, el hecho de que definitivamente parece no cuajar la escisión del prosoviético PCC y el mantenimiento -aunque a la bajade Esquerra Republicana en el Parlament son otros datos de esa fotografía del electorado efectuada hace 12 días, que no por secundarios dejan de ser significativos. Pero recordemos que la campaña sigue, y que las cartas no están echadas. Dentro de siete días, son los ciudadanos quienes tienen la palabra.

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