El PCF tendrá que elegir entre apoyar al Gobierno o pasar a la oposición, afirma Mauroy
La unión de la izquierda francesa, integrada sustancialmente por los socialistas y los comunistas, gobernante desde mayo de 1981, ha alcanzado el punto crítico de la clarificación. En cuestión de días, el presidente de la República, François Mitterrand, y el primer ministro, Pierre Mauroy, revelarán al país el método que han escogido para forzar al Partido Comunista Francés (PCF) a callarse y seguir participando en el Gobierno, o a romper definitivamente y a entrar en la oposición. Así lo manifestó anteanoche el jefe del Gobierno, Pierre Mauroy.
"Una clarificación debe producirse y se producirá", repitió varias veces el primer ministro, refiriéndose a la actitud hostil de los comunistas ante la política practicada por el Gobierno, en el que participan cuatro ministros del PCF. La viene de lejos, desde que en la ciudad de Tours, en 1920, el partido socialista se dividió, dando origen al PCF afiliado al internacionalismo del proletariado, encarnado entonces por la URSS.La división ideológica no ha cedido nunca, aunque en etapas concretas haya habido colaboración. La última ruptura decisiva se produjo en 1977, tras media docena de años de programa común contra la derecha gobernante. El triunfo de Mitterrand en 1981 forzó de nuevo un consenso que, a trancas y barrancas, resistió hasta hace un año.
Fue en 1983 cuando el presidente Mitterrand decidió cambiar radicalmente la política económica, echándose en los brazos de la lógica capitalista. El plan de reconversión siderúrgica aprobado días pasados por el Gobierno, que reestructura este sector según las normas tradicionales empleadas por los demás países capitalistas (recorte drástico de producción y de empleos), ha sido la prueba de fuego para los comunistas. Como responsables gubernamentales debían quedarse en casa, callados, pero como partido de la reivindicación obrera, ¿qué hacer?: el PCF no lo dudó y su secretario general, Georges Marchais, desfiló en París con los 50.000 obreros de Lorena llegados a la capital para gritar su hostilidad a la gestión del Gobierno.
Política exterior
No es sólo la política económica lo que separa a las dos formaciones. La política exterior de Mitterrand es exactamente la contraria de la que defiende el PCF. El atlantismo del presidente y, sobre todo, su defensa inequívoca de la implantación de los euromisiles de la OTAN, frente a los SS-20 de la URSS podía ser motivo de batallas crueles entre los dos partidos.En la práctica ocurre, sin embargo, que a nadie le interesa que la ruptura se consume: los socialistas, según todos los sondeos, no vale más del 30% del electorado. A los comunistas les interesa continuar seguir en la Administración y no, contrariar a los electores que desean la unión de la izquierda, pero no proponen nada que no sea su solidaridad con una clase obrera que tampoco existe tal como ellos la conciben.
Lo más que puede decirse es que las condiciones objetivas de la ruptura se han reunido. Falta por saber lo que Mitterrand y Mauroy decidirán en las próximas semanas para forzar al PCF a que tome una decisión.
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