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Contradicciones de los testigos en el juicio sobre el "caso Trebujena"

Las numerosas contradicciones de gran parte de los testigos son la nota predominante de las sesiones de la vista oral del denominado caso Trebujena, la causa que se sigue en la Audiencia Provincial de Cádiz contra el guardia civil Juan Macías Marente, acusado de dar muerte a un joven y herir a otro en dicha localidad gaditana. Tanto la acusación particular como la defensa centran su atención en datos como la hora de los hechos, el lugar exacto, el número de disparos y si había o no personas en la calle donde ocurrió el suceso.Es ahí donde se dan las contradicciones en las declaraciones de los testigos, ya que muchos aseguran que la calle estaba concurrida, porque aún no habían entrado los niños al colegio. Sin embargo, los guardias civiles citados a declarar dijeron que los sucesos que costaron la vida a Ignacio Montoya ocurrieron después de las tres de la tarde y con las calles vacías. Los guardias declarantes coincidieron en señalar que Juan Macías "era muy mal tirador", aunque de los dos disparos que dijo efectuar contra la motocicleta uno se alojó en el tubo de escape y el otro fue mortal de necesidad para Montoya, que iba sentado atrás.

Por otro lado, observadores jurídicos comentaban ayer las diferencias evidentes entre la actuación del ministerio fiscal y la de la acusación privada. Hubo incluso un pequeño roce entre ambos. El fiscal, Jaime Ollero, no se sumó a la petición de procesamiento hasta ocho meses después de los sucesos. Desde entonces, el fiscal cambió su calificación inicial de los hechos como dos delitos de homicidio, uno consumado y otro frustrado, por otra, en la que sustituía el homicidio frustrado por el delito de lesiones, para volver finalmente a su primera posición.

La defensa trata de demostrar que el acusado dio la voz de alto y que los jóvenes circulaban inclinados para ofrecer menor resistencia al aire, y posiblemente huyendo. Esto fue estimado como probable por el perito Luis Frontela, quien declaró que, según la autopsia, la bala siguió una trayectoria ascendente de atrás hacia adelante, con un ángulo de 55 grados.

La acusación particular basa su actuación en el hecho de que la presunta falta cometida por los dos jóvenes -los hechos siguieron a la denuncia de un robo menor en una granja- no justifica de ningún modo el uso de armas de fuego. Tomás Iglesias preguntó a los guardias sobre las instrucciones que tienen en ese sentido, a lo que el guardia Gómez Mena respondió que las órdenes de disparar sólo contemplan "casos extremos".

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