¿Dónde están los cantautores?
Con el título Cantar en Madrid se presentó anteayer la Asociación de la Música Popular en el teatro Alcalá Palace de Madrid, en un concierto de casi cinco horas de duración, en el que se reunieron una buena parte de los cantantes que a lo largo de los últimos 15 años han venido realizando en esta ciudad un trabajo musical encaminado a crear una canción adulta que fuera reflejo de lo que sucedía a su alrededor y expresión personal de ese mundo y los sentimientos que generaba. Una canción en muchos casos limitada por una excesiva contextualización social o política, que se ha visto obligada a afrontar la crisis de la transición, que ha afectado a unos y otros de muy diferentes maneras pero que encontró en el lleno del teatro la confirmación de que no es una canción muerta, sino en trance de evolución y maduración.Se juntaron en el acto cantantes de muy distinto origen estético. Desde quienes han tomado como base de su trabajo raíces folklóricas más o menos evolucionadas (Mosaico, Julia León, Elisa Serna, Claudina y Alberto Gambino) hasta los que se han acercado al rock como un lenguaje musical ya universal, que han adaptado a sus particularidades expresivas (Hilario Camacho, Joaquín Sabina, Antonio Resines), pasando por los que se han aproximado a formas que tienen que ver con ciertas cosas de la música repetitiva o el jazz contemporáneo (Pablo Guerrero), los ritmos latinos y brasileños (Luis Pastor), la música de fusión (Luis Panlagua) y el flamenco (Manuel Gerena, Pepe Habichuela, Enrique Morente), sin olvidarse de una buena parte de cantantes, bien más nuevos (Nacho y Bravo, Javier Bergia y Joaquín Lera), bien más cercanos al concepto tradicional del cantautor (Raúl Alcover, Juan Velasco, Juan Antonio Muriel), o quienes hacen un trabajo tan personal que resulta difícilmente encasillable o definible (Vainica Doble).
En el recital, hubo indudables momentos de altibajo, aunque el público acogió con similares muestras de aprobación las actuaciones más diversas. Hubo momentos de especial emoción y atractivo, que, sólo por resumir, se podrían centrar en la magnífica actuación de Pepe Habichuela y Enrique Morente juntos y sólo el guitarrista por su lado, la interpretación conjunta que Luis Pastor hizo con Pablo Guerrero de una hermosa canción de este último, Ebohe, o la brillante actuación de Hilario Camacho, que se inició con la versión que hicieron el propio Hilario cantando y Antonio Resines al piano del tema Final de viaje, del primero de ellos.
La nota más destacada de la noche fue comprobar el grado de evolución en que se encuentra la mayoría de estos cantantes, unos con mayor profundidad que otros, pero en todos evidente.
La transformación que ha sufrido la sociedad española en los últimos años ha afectado especialmente a aquellos cantantes que más se comprometieron con una actitud cívica que trasladaron a sus canciones, restando importancia en algunos casos al necesario valor estético de sus composiciones. Eso condujo a ciertos participantes en el recital al silencio o a un cierto repliegue en sus actuaciones públicas, silencio y repliegue al que no son ajenos los medios de comunicación, más preocupados por potenciar la modas que llegan desde la industria que otras cosas, y a la propia industria, que si en su día supo aprovechar la popularidad de estos cantantes, pasó a llevarlos a su nómina de jubilados y descatalogados. Si esto no es cierto para todos -pues algunos han continuado su carrera en estos años, alcanzando una popularidad de la que antes no gozaban, caso de Joaquín Sabina, o manteniendo la que siempre habían tenido, como Hilario Camacho, Vainica Doble y Morente, por ejemplo-, sí puede ser válido para casi todos los demás.
Babelia
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