El Ayuntamiento evitará la demolición de una de las farmacias más antiguas de Madrid
La farmacia Deleuze, una de las más antiguas de Madrid, situada en el número 39 de la calle de San Bernardo, en el barrio de Maravillas, no será, demolida, pese a la declaración de ruina legal que pesa sobre el edificio de cuatro pisos que la alberga, según manifestó Enrique Bardají, gerente de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid. El Tribunal Supremo confirmó, el mes de diciembre, el decreto de la Gerencia de Urbanismo por el que se declaraba la finca en ruina.
Los inquilinos del edificio donde se encuentra la farmacia han per dido todos los juicios desde que se inició, en 1977, el expediente de ruina. "Hemos pedido al propietario del edificio que rehabilite la finca", afirmó el gerente de Urbanismo. 'Si la rehabilitación no fuera posible, y como quiera que las declaraciones de ruina suponen la demolición total o sólo parcial del edificio, en ningún caso se perdería la farmacia. En última instancia, estamos dispuestos a derribar el edificio pero no la farmacia. Creemos que es una riqueza que Madrid debe preservar"."El alcalde debería venir a ver esto", afirma la esposa del boticario, Beatriz Isasi. "Es impensable que una calle tan ancha como la de San Bernardo, que además tiene salida a la Gran Vía, se encuentre en el estado en que está" afirmó "Derrumban los edificios tras desahuciar por declaraciones de ruina a sus antiguos inquilinos, y cuando no construyen una mole, los solares se llenan de ratas. Esto está abandonado".
La farmacia Deleuze, fundada hace aproximadamente 200 años, esconde entre sus paredes apunta ladas un auténtico museo. Una magnífica colección de botes de porcelana de forma clásica, todos piezas originales elaboradas en la Real Fábrica del Retiro, adoman los anaqueles y homacinas de pan de oro que cubren las paredes. La lámpara de estilo rococó que preside la parte ded;cada a despacho al público, como la de gas de la rebotica -piezas envidiables para cualquier coleccionista-, alumbran ahora los nuevos productos envasados en plástico. Presiden el comercio los considerados inventores de la medicina clásica: Galeno está representado en una escultura y la imagen de Hipócrates se reproduce en un jarrón de cobalto.
"El anterior propietario", asegura el doctor Alberto Deleuze, "tenía aquí un laboratorio donde preparaba recetas magistrales de la más antigua fatmacopea. Un ungüento que hizo furor entonces fue el payesquin, que se utilizaba para curar todo tipo de heridas". El propietario actual sólo prepara recetas tradicionales; sin embargo, los útiles del laboratorio continúan intactos en la trastienda: balanza, morteros y tarros de cristal con medida. Aún se mantiene también la antigua mesa redonda donde antaño se reunían de tertulia políticos y artistas. Deleuze asegura que ahora la mesa "sólo se utiliza los días de guardia para jugar a las siete y media".
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