Gabriel Seguí
Párroco de una iglesia de Palma de Mallorca, fue víctima del robo de su cartera mientras oficiaba misa en la iglesia del Inmaculado Corazón de esta ciudad. El párroco se hallaba sentado en una sillajunto al altar, mientras una mujer leía la epístola, cuando se le acercó un joven y le pidió permiso para ir al lavabo. El joven, al que el párroco concedió el permiso, tardó bastante en salir de la sacristía. Cuando finalmente lo hizo, se dirigió a la pila de agua bendita, se santiguó y se fue. Gabriel Seguí comprobó más tarde que la cartera, que había dejado en la sacristía, había desaparecido de su chaqueta.
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