Farruco, Romero, Perico: tres 'catedráticos'
Y Farruco rompió todos los moldes. Hace unas cosas, Farruco hace unas cosas que no se pueden explicar. Yo nunca he visto un corpachón como el suyo moverse con esa agilidad sobre unos pies que van a romperse de puro frágiles.Nadie hace lo que él hace. Ni siquiera estoy convencido de que su baile sea muy ortodoxo; es suyo, propio, personal y creo que intransferible. Bailó poco, cinco o diez minutos, en los últimos tiernpos nunca se prodiga demasiado, pero la gente se volvía loca y pedía más, más. No hubo más, y Farruco se retiró en apoteosis, rodeado de sus jóvenes acólitos, como el patriarca de un clan unido en piña.
Por suerte, Farruco sabe rodearse de unos jóvenes artistas a los que ha formado en una estética y una concepción del baile jondo de la que sólo él tiene la fórmula. Esa fascinante, fastuosa, larguísima -40 o 50 minutos, no sé- secuencia de soleares nos los fue mostrando dígnísimos discípulos del maestro. Está Mistela, un joven con estampa y señorío, excelente bailaor ya. Está la Farruca, hija de su padre en todo, una fiera, con el temperamento y el arrebato de su casta, pero que también sabe serenar su baile cuando el compás lo exige y ofrecernos verdaderos primores. Y están tres chiquillas que, obligadas a bailar en conjunto, haciendo el coro, se defienden como pueden en el ojo del huracán. Y, hay que decirlo, un tocaor que se llama Ramón Amador, y que durante una hora corre con el peso de poner él solo música a todo eso, y lo hace a la perfección. Y hay que decirlo también, porque casi nunca nos fijamos en los cantaores para baile. Farruco se trajo dos inmensos: Juan el Moreno y Curro Fernández.
Cumbre flamenca: contrastes
Cante: Manolo Heras, Joselero, Rafael Romero 'Gallina'. Baile: Carmen Cortés, Farruco y su grupo. Toque: Perico el del Lunar, hijo, Tomatito. Fiesta: La Negra de Badajoz y su grupo. Conjuntos musicales: J. A. Galicia, Al-Yamía. Madrid, teatro Alcalá Palace, 20 de marzo de 1984.
Estado de gracia
Rafael Romero y Perico el del Lunar sentaron cátedra también. Rafael, en estado de gracia, no pudo hacerlo mejor. Sus cantes por cañas y por siguiriyas -la primitiva del planeta, la más antigua que se conoce, ¡qué maravilla!- quedarán para el recuerdo y para la historia. Le acompañó Perico, que, efectivamente, es uno de los más grandes tocaores hoy en activo, con mimo, con delicadeza exquisita, con verdadero primor. Es un toque distinto, ajeno a las corrientes ahora mismo dominantes, no sé si precisamente por eso mejor, pero sí tan bueno como el mejor. Algunas de las falsetas que Perico hizo esta noche fueron seguramente el mejor toque en esta cumbre flamenca pródiga en excelentes guitarristas.Y entre ellos cuento a Tomatito, quien acompañó a Joselero en sustitución de Diego de Morón. Tomatito dio una lección de grandeza y humildad al prescindir de su propio lucimiento para estar pendiente del viejo cantaor, servir su cante yo diría que con ternura y, desde luego, con generosidad.
La voz opaca y antigua de Joselero nos trajo las esencias. Estos viejos cantaores pueden haber perdido facultades, cantar casi sin voz, pero conservan las esencias, el perfume de lo auténtico, la memoria del cante que no se puede perder. Manolo Heras es otro ejemplo típico de este quehacer. No tuvo su gran, noche, incluso parecía como incómodo y tiró a abreviar; aun así, quedó constancia de su eco.
Lo demás tiene menos historia. La Negra de Badajoz, hija de Porrina, hace un arte festero extremeño interesaate, porque en Madrid casi lo desconocemos, pero que si se prolonga acaba siendo monótono. Carmen Cortés es una buena bailaora, a la que acompañó el conjunto del batería de jazz J. A. Galicia; no lo tuvo fácil, al interpretar un híbrido de flamenco y música moderna no carente de interés como experimentación, pero de futuro difícil de precisar aún. Las mismas dificultades tuvo el cantaor Guadiana. Menos interesante me pareció el grupo malagueño Al-Yamía, que hace una música más próxima a lo discotequero.
Babelia
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