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Un atracador callejero mata a un hombre ante su mujer y su hija de un disparo en la cabeza

Un hombre de 47 años de edad, Aurelio Muñoz Hernández, resultó muerto ayer por la tarde en Madrid al ser alcanzado por un disparo que le efectuó a quemarropa en la cabeza un atracador. El hecho se produjo pocos minutos después de las seis de la tarde a la altura del número 40 de la calle de Valderrivas, cerca de la del Doctor Esquerdo.Aurelio Muñoz acababa de abandonar el domicilio de unos parientes, a los que había hecho una visita en compañía de su esposa y de una hija de corta edad, y se encontraba junto a su automóvil, un Renault 14 con matrícula de Madrid 4746 DP, en el que se disponía a subir por la puerta más próxima al volante, cuando fue abordado por un hombre, al parecer joven, que le encañonó con un revólver mientras le exigía el dinero y los objetos de valor que llevara. Su esposa y su hija ya estaban sentadas en el interior del vehículo.

El matrimonio entregó al atracador el bolso que llevaba la mujer y las llaves del coche, pero el asaltante, en estado de visible excitación, gritó varias veces "quiero más". Entre tanto, la niña, atemorizada por la escena que se estaba desarrollando ante sus ojos, abandonó el automóvil y reclamó auxilio a gritos varias veces. Las voces de socorro atrajeron la atención de un hombre que paseaba un perro por las proximidades del lugar y que acudió corriendo.

Tres disparos

La presencia del testigo, que forcejeó con el atracador e intento arrebatarle el arma, puso aún más nervioso al delincuente, que disparó contra el recién llegado desde tan cerca que la detonación le causó una quemadura en una mejilla. Sin embargo, el proyectil no alcanzó al ciudadano que había acudido a ayudar a las víctimas del asalto. Inmediatamente, el atracador se revolvió contra Aurelio Muñoz y efectuó dos nuevos disparos, a quemarropa. Uno de los proyectiles le alcanzó de lleno en la cabeza, le fracturó el cráneo y le produjo heridas que la policía calificó de "mortales de necesidad".El delincuente subió a continuación al Renault 14, que para entonces ya había abandonado también la esposa de Muñoz, y se dio a la fuga. La policía no consiguió deducir del interrogatorio del único testigo presencial, además de la esposa y la hija de la víctima, en qué dirección empredió la huída el delincuente. A última hora de la tarde de ayer el vehículo aún no había sido localizado.

Un médico que pasaba cerca del lugar, y que acudió como algunos otros transeúntes al escuchar los disparos, prestó los primeros auxilios al herido, que había quedado tirado en la calle, sobre un charco de sangre. El médico organizó su traslado inmediato al hospital Provincial, donde ingresó cadáver.

Aurelio Muñoz era grabador de joyería y residía en el número 34 de la calle de Sánchez Barcaíztegui, en Madrid. La policía que fue alertada del suceso por una llamada telefónica anónima, no encontró en el escenario del crimen ningún casquillo de bala que permita identificar el arma del homicida, ya que éste empleó un revólver, que no expulsa la vaina al disparar el proyectil.

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