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Ante la Conferencia de Reconciliación Nacional de Líbano

Desconfianza entre las facciones libanesas, que buscan a partir de hoy en Lausana una solución a la guerra civil

El presidente católico maronita libanés, Amín Gemayel, y los representantes de las diversas facciones rivales se van a reunir a partir de hoy en la ciudad suiza de Lausana para intentar poner fin a la interminable guerra civil que asola Líbano desde hace casi una década. El estallido de violencia registrado el pasado mes ha ahondado las divergencias e incrementado la desconfianza ya existentes al concluir su anterior encuentro, a primeros de noviembre de 1983, en Ginebra, lo que disminuye las posibilidades de alcanzar un acuerdo.

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A cambio de la anulación del tratado israelo-libanés de mayo de 1983, el líder sirio, Hafez el Asad, se comprometió a convencer a los adversarios de Gemayel para que renunciasen a exigir la dimisión del presidente y aceptasen acudir a una nueva sesión en Lausana de la Conferencia de Reconciliación Nacional Libanesa.Pero antes de emprender viaje a Suiza, el dirigente chiita Nabih Berri dejó, sin embargo, muy claro que 1a abrogación del acuerdo del 17 de mayo no se ha hecho a expensas de nuestras reivindicaciones nacionales, que mantenemos", mientras el líder druso, Walid Jimblat, expresaba su deseo de "ajustar cuentas" con el jefe del Estado en Lausana.

Estas declaraciones, que ilustran el ambiente enrarecido en el que se van a iniciar las conversaciones de reconciliación, coinciden con un grave deterioro de la situación militar, a pesar de que tras el viaje de Gemayel a Damasco el régimen sirio se declaró dispuesto a garantizar un alto el fuego.

Hasta el último momento las milicias antigubernamentales drusa y chiita, apoyadas por Siria, han mantenido la presión militar con la probable intención de arrancar en Lausana a los delegados cristianos el mayor número de concesiones.

Incapaces de ponerse siquiera de acuerdo sobre un documento conjunto de trabajo a presentar en Suiza, Berri y Jumblat coinciden en exigir la reducción del mandato del jefe del Estado y la creación de un tribunal que lo juzgue; la supresión del reparto de cargos en la Administración en función de criterios confesionales, con la excepción de la presidencia de la República, la jefatura del Gobierno y la presidencia del Parlamento, que seguirían recayendo, como hasta ahora, en un maronita, un sunita y un chiita, respectivamente; la creación de un Senado elegido en función de criterios confesionales; una nueva ley electoral para la Cámara de Diputados, que deberá tener la mitad de sus miembros musulmanes; el nombramiento del presidente de la República por los dos órganos legislativos y el del primer ministro por la Cámara baja; un programa de enseñanza unificado, y la reestructuración del Ejército.

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Los dos principales líderes cristianos en Lausana, Pierre Gemayel y Camille Chamoun, se niegan, en principio, a discutir "bajo la presión de las bayonetas" tanto un nuevo reparto del poder ejecutivo y legislativo entre comunidades como posibles enmiendas de la Constitución de 1943. También piden la retirada previa a cualquier discusión de sirios e israelíes, que ocupan las tres cuartas partes del país. Las fuerzas libanesas, que gozan de cierta autonomía con respecto a los partidos políticos cristianos, se han declarado de antemano "no comprometidas por los resultados de la conferencia".

Para asegurar al menos la inviolabilidad del denominado reducto cristiano, que controlan las fuerzas políticas y militares cristianas, Gemayel y Chamoun abogarán probablemente en el foro suizo por la creación de "cantones confesionales en el marco de un Líbano confederal".

Nabih Berri se muestra rotundamente opuesto a la instauración de cantones y ha amenazado públicamente con emprender una nueva guerra de "90 años de duración" contra todos aquellos que intenten, mediante la institucionalización de estas entidades, privilegiar "las regiones más productivas del país, en detrimento de las más pobres", que suelen ser chiitas.

La conclusión, en el mejor de los casos, de una tregua político-militar en Lausana que proporcione a Líbano un período de relativa calma y estabilidad depende, en última instancia, de la intervención de Siria, cuyo comentarista de la radio oficial preconizaba ayer "una solución en armonía con los intereses militares y nacionales sirios".

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