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Más de medio millón de manifestantes afavor de la subvención a la ensenflianza privada

Entre 500.000 y 800.000 franceses, según cifras de la policía o de los organizadores, se manifestaron ayer en Versalles, a escasos kilómetros de París, en favor de la enseñanza privada subvencionada por el Estado. No se pone en duda que la jerarquía católica ha puesto en un brete al Gobierno, que, a su vez, parece dispuesto a ceder respecto a sus intenciones de modificar sustancialmente la ley actual que garantiza la existencia de las dos enseñanzas en Francia: la laica y la religiosa. En Francia la escuela privada representa dos millones escasos de los 12 millones de alumnos, y su prestigio y competencia no se ponen en duda.Versalles se convirtió ayer en la voz del 75% de los franceses que, una y otra vez, desde hace años, por medio de los sondeos de la opinión, se pronuncian en favor de la enseñanza católica subvencionada por el Estado. La manifestación de la ciudad del rey sol fue organizada por la jerarquía católica como culminación de una serie de desfiles idénticos que se han celebrado desde que, a principios de 1984, el Gobierno amenazó con elaborar una ley sobre las relaciones entre el Estado y la escuela privada aunque no llegara a un acuerdo previo con esta última. Con las propuestas oficiales, los representantes de la enseñanza católica temen que, a largo plazo, la escuela privada sea nacionalizada.

Durante las últimas semanas, en manifestaciones en Lille, Burdeos, Lyon, Nantes y Rennes, cerca de un millón de personas salieron a la calle en defensa de la "libertad de enseñanza", eslogan dominante también en la manifestación de ayer. Versalles ha sido para la escuela religiosa como el broche de oro, y, en apariencia, todo indica que el Gobierno socialista se ha convencido de que la llamada guerra escolar no les interesa a los franceses, salvo a una minoría de militantes defensores a muerte de la laicidad. Ésta, al menos, fue la impresión que dejó, como secuela, la decisiva jornada de ayer.

El discurso más importante en Versalles, pronunciado por el cardenal Lustigier, arzobispo de París, fue un llamamiento a la concordia nacional sobre el tema escolar. Resaltó que el futuro juzgará severamente a los dirigentes actuales, laicos y religiosos, si se enzarzan en una guerra que, en definitiva, "perjudicaría fundamentalmente a la juventud". A su vez, en el mismo momento, el primer ministro, Pierre Mauroy, en un discurso sobre dicho tema pronunciado en Lille, respondió a la jerarquía católica, y como esta última, preconizó que "cada una de las partes debe dar un paso hacia la otra".

No se sabe aún si el Gobierno y la escuela privada podrán llegar a un consenso que permita la elaboración de una ley satisfactoria para todos. Hay que destacar que, al margen de los comunistas (participantes en el Gobierno socialista) y una fracción de los socialistas, la mayoría de la clase política, como la opinión pública, serían favorables a un acuerdo. Estos sectores esperan que el presidente, François Mitterrand, ejerza en breve plazo de Salomón, aunque esto no quiere decir que satisfaga a todos.

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