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Vuelve 'Madama Butterfly', la heroína más popular de las óperas de Puccini

Una de las más populares heroínas de Puccini, Madama Butterfly, la señora mariposa, vuelve al escenarío operístico de la Zarzuela, de Madrid. Esta noche, una de las últimas Butterfly japonesas, Yoko Watanabe, cantará junto al español Juan Lloveras la historia desdichada de la muchacha de Nagasaki, con dirección escénica de Horacio Rodríguez Aragón y musical de Jorge Rubio, dos figuras jóvenes que cuentan ya con éxitos notables.Rodríguez Aragón, perteneciente a una larga familia lírica, sabe ver la ópera en su doble dimensión musical y teatral; Jorge Rubio obtuvo en la Unión Soviética el resultado más positivo: la invitación para nuevos viajes.

Personajes femeninos

En el almanaque operístico madrileño, Madama Butterfly figura entre los triunfos grandes del Teatro Real. Desde la fecha del estreno, el 16 de noviembre de 1907, hasta la clausura del amenazado Coliseo Lírico, se representó 32 veces, con lo que se sitúa en el 27º lugar del hit parade establecido po José Subirá. Encarnó a la protago nista la misma soprano que lo hiciera en el estreno mundial de Milán tres años antes: Rosina Storchio, tan célebre por su voz como por su belleza, sin olvidar los muy comentados juegos de quimonos que lucía en las representaciones de la exótica pieza pucciniana.Después de crear las heroínas románticas de Manón y La bohème, con sus gotas del naturalismo al que la tendencia verista era propicia, Puccini presenta en 1900 El milagro de Toska, en el que el tremendo guiñol de Víctor Sardou cobra credibilidad gracias a la partitura. En la búsqueda de ambientes y heroínas -Puccini fue un sutil inventor de personajes femeninos-, el compositor inicia su aventura exotista, tan al gusto de la época: primero fue la japonesa Madama Butterfly, luego el western lírico de La muchacha del Oeste, incluso el París de Il Tabarro está visto desde una óptica exotista. En fin, la China de la inacabada Turandot pone fin a la aventura verista y exótica de uno de los más altos genios de la ópera.

Resulta inútil rebuscar en la documentación japonesa de la Butterfly. Cierto que Puccini tomó algunos motivos tradicionales del Japón, del mismo modo que explota el himno nacional americano, pero todo lo contextualizó en su estilo personal.

Mucho más que la historia tomada de un buen vendedor de éxitos en Broadway, David Belasco, importa la intensidad lírica, vital y detallista de los personajes, o la tensión los espacios teatrales.

En el reparto de hoy intervienen, junto a los protagonistas, la berlinesa Elizabeth Steiner (Suzuki) y el barítono Antonio Blancas. Los escenarios son de Gregorio Esteban y la coreografía de M. Nagata.

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