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Los camioneros franceses concluyen la huelga y desbloquean las carreteras

Anoche aún quedaban algunos irreductibles en las carreteras francesas, pero el movimiento reivindicativo de los transportistas, que durante una semana ha sembrado el pánico en este país, comenzó ayer a disiparse. Las dos centrales sindicales más representativas de los camioneros fueron seguidas por la mayoría de la base cuando, a primera hora de la mañana, lanzaron un llamamiento para finalizar la huelga. El Gobierno no ha cedido nada en el fondo, aunque el lenguaje del primer ministro en funciones, Jacques Delors (Pierre Mauroy visita Austria), parece haber sensibilizado a los líderes sindicales, que, al mismo tiempo, han conseguido liberarse de los camioneros que, de día en día, se les escapaban anárquicamente.

En pocas horas, el rostro de la red de las carreteras francesas es otro. De alguna manera, ayer, la puesta en marcha de los camiones que taponaban más de 200 puntos estratégicos de la red de carreteras recordó aquel 30 de mayo de 1968, cuando el general De Gaulle (Erigió un discurso tremebundo al país, le dio gasolina también para que los ciudadanos pudiesen. irse al campo de fin de semana, y, con ello cerró para siempre lo que se creyó era una revolución. Ayer también ocurrió algo parecido: Delors, que oficia de primer ministro interino en ausencia de Mauroy, salió en la televisión con un lenguaje muy suyo -casi populachero en vez de técnico- y, piropeó levemente a los camioneros, citándolos como primeras figuras de "un sector prioritario y productivo" a quien el Gobierno va a "mejorar la capacidad competitiva".Al mismo tiempo, el Gobierno ofreció, en metálico, 2.000 francos a cada uno de los camioneros que pusiera. el motor en marcha. Y no hizo falta más: los dos sindicatos que se reparten la clientela del transporte en Francia dijeron que había llegado la hora de poner el cartel de fin -a la huelga. En cuatro ocasiones durante los últimos días habían hecho lo mismo, pero la base no siguió la consigna. Ayer, sin embargo, el Gobierno jugó la parta del hastío, del frío y de la pérdida de dinero. Y los sindicatos fueron obedecidos más o menos a regañadientes, también gracias a las divisiones de las dos centrales citadas y a las consecuencias de una base díscola, poco domesticable, como lo es la que navega por las carreteras. Total, fue como una torta bien dada y en el momento oportuno.

A primeras horas de la mañana había 170 tapones en todo el país, y a media tarde ya sólo quedaban 40. El deshielo total se esperaba para hoy o mañana, aunque no pocos camioneros echaban pestes contra "unos sindicatos que van contra la base" y abandonaban las carreteras resignados, "porque, que nadie se haga ilusiones, la operación no tardará en recomenzar".

De hecho, los huelguistas no han conseguido forzar en nada al Gobierno, a partir de la negociación concluida hace cuatro días entre los dos sindicatos y el ministro de Transportes, Charles Fiterman. Según ese acuerdo, el próximo día 1 de marzo iniciarán unas negociaciones sobre las diversas reivindicaciones sociales, económicas y aduaneras de la profesión.

Reacción comunitaria

Por otra parte, Francia no desea europeizar la solución del problema de la huelga de sus camioneros, y por ello ha rehusado, en contra de las peticiones holandesas, convocar urgentemente un Consejo de Ministros de Transportes de la Comunidad Económica Europea (CEE). Por su parte, la Comisión Europea, órgano ejecutivo y burocrático de la CEE, se ha encontrado impotente ante la crisis de dimensiones europeas, pero ha apelado para que se tomen urgentemente medidas para crear una política de transportes y la creación de un mercado interior auténticos en la Comunidad.La normalidad parecía ayer retornar a las carreteras. Los pasos fronterizos entre Bélgica y Francia estaban abiertos, con una circulación relativamente fluida. Ante la huelga de los aduaneros italianos, el comisario Karl-Heinz Narjes señaló ayer en conferencia de prensa que "corresponde a los Estados miembros el tomar las medidas para asegurar la libre circulación de mercancias", establecida en el Tratado de Roma. La Comisión tardaría, a través de la Corte de Justicia de la CEE, entre " 10 y 15 días" en tomar medidas, informa Andrés Ortega desde Bruselas.

Narjes señaló que las autoridades italianas debían "o negociar para que termine la huelga, o renunciar a los controles en sus aduanas, o remplazar a los aduaneros por otras personas". Narjes recordó la directiva que ha de entrar en vigor el 1 de enero de 1986 para aliviar los controles fronterizos y las propuestas que pronto serán discutidas sobre el pago del impuesto sobre el valor añadido (IVA), si es necesario, en el lugar de producción de la mercancía y no en la frontera. Otra directiva está encaminada a que los controles sobre ciudadanos de la CEE en las fronteras sean sólo llevados a cabo como muestreos y no sistemáticamente.

Esto será discutido en un consejo de mercado interior de la CEE antes de la cumbre europea del 19 de marzo, cuya importancia aumenta ante los acontecimientos. El ministro de Transportes francés, Charles Fíterman, ha considerado que los problemas planteados al transporte por carretera en Francia "son competencia exclusiva del Gobierno francés". La Comisión entiende que el haber convocado un consejo especial de la Comunidad Económica Europea la próxima semana hubiera quizá fijado una fecha hasta la cual los camioneros franceses no hubiesen abandonado su actitud.

Por otra parte, los transportistas españoles del sector internacional están en una situación crítica como consecuencia de la paralización del tráfico por los camioneros franceses, según manifestó ayer el presidente de la Asociación de Transportistas Intemacionales Españoles (Astic), informa Comtelsa.

El presidente de Astic señaló que ayer se encontraban todavía más de 800 camiones españoles atascados en varios países, con mayoría de cargamentos perecederos, por lo que las pérdidas ascienden ya a varios cientos de millones de pesetas. Señaló, asimismo, que en la frontera de Irún también existían graves problemas, y que varios transportistas españoles que habían desviado sus camiones desde La Jonquera a Irún no pudieron pasar de Bayona.

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