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Francia muestra su deseo de que las negociaciones entre España y la CEE finalicen antes del 30 de septiembre

La actitud francesa respecto a la problemática creada por la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE) "no ha cambiado en lo fundamental", declaró ayer el ministro francés de Agricultura, Michel Rocard, al término del seminario que los dos últimos días reunió en el castillo de Rambouillet, en las inmediaciones de París, a cuatro ministros españoles y a sus homólogos socialistas del Gobierno de Francia. El titular de Relaciones Exteriores manifestó la esperanza de que, para enero de 1986, se produzca la adhesión efectiva de España en la CEE. Como los dos anteriores encuentros de este mismo género, las dos delegaciones han expuesto problemas e intereses mutuos, para mejor entenderse y, esencialmente, para sopesar los futuros afectos de la posible entrada de España en la Comunidad.

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Nada igual que ayer

Cheysson consideró posible el calendario que él mismo estableció: el próximo día 20 la comisión presentará el mandato para negociar los temas aún vírgenes. El 30 de septiembre de este mismo año estaría concluida la negociación y la adhesión efectiva se produciría al inicio de 1986, "pues no es irreal pensar que en los próximos 15 meses se pronuncien los Parlamentos de los diez sobre la ampliación".Ahora bien, para que se cumpla el calendario es evidente que la CEE actual debe estar preparada, lo que querría decir, tal como advirtió Rocard, que todas las condiciones previas, bilaterales y comunitarias, se hayan cumplido. A propósito de los problemas intracomunitarios (presupuesto, contribución británica, agricultura), a una pregunta, el nuevo ministro de Asuntos Europeos, Roland Dumas, amigo íntimo de Mitterrand, aclaró en términos inequívocos que "decir que la ampliación de la CEE es la clave de la solución de la crisis comunitaria interna, es ir un poco lejos, porque existen problemas específicos comunitarios, que no tienen nada que ver con España y Portugal". Añadió que "por el contrario, la ampliación a esos países puede hacer más agudos ciertos problemas ya existentes. Esto es lo que explica que, en una reunión como ésta, se hable de la ampliación, para sopesar, calcular consecuencias, etcétera". En suma, concluyó Dumas, se puede decir, "que existe un lazo entre ampliación y solución de la crisis intracomunitaria, pero no que la primera es la clave de la segunda".

Por su parte el ministro francés de Agricultura, Michel Rocard, en términos directos y lacónicos, respondió así a una pregunta planteada en la conferencia de prensa sobre la actitud francesa ante la integración de España en la CEE: "No, no hay cambio fundamental", para añadir que mientras no se llegó al estado actual de trabajos, las condiciones previas querían decir que se tomaban en serio los intereses de ambas partes. Ahora empezarnos a reflexionar en las condiciones que hay que reunir para encarar el problema. Y en esto es en lo que consiste la negociación, aunque antes hay que hacer una elaboración técnica y administrativa y hay que centrar las dificultades, medir los intereses de todos y entonces, si llegamos a buen fin, las condiciones previas desaparecerán".

Que no haya lamentos luego

"Ahora bien", continuó el ministro de Agricultura francés, "todos queremos que la ampliación de la CEE sea un éxito, y esto quiere decir que es necesario que la ampliación se realice y que, 10 años después, nadie se queje". Para que esto último sea un hecho, advirtió Rocard que es menester que todos los actores hispano-franceses (pescadores, agricultores, industriales, etcétera) no encuentren, sobre el terreno, "muchas dificultades para lamentarse y que, por el contrario, el reto que supone la ampliación se aproveche para encontrar soluciones duraderas".

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El ministro de Exteriores francés, Cheysson, como sus colegas españoles, reiteraron que sus conversaciones en seminario están destinadas a entenderse y conocerse mejor para que las cuestiones o contenciosos pendientes o futuros encuentren el marco adecuado para una solución razonable. Por ello, todos insistieron varias veces que la negociación de la adhesión de España a la CEE es un problema comunitario y no un tema bilateral franco-español. A su vez el titular español de Exteriores, Fernando Morán, resaltó, momentos de iniciarse el turno de preguntas en la conferencia de prensa tras la cumbre, como los representantes de los dos países habían cotejado sus realizaciones y proyectos, citó la perspectiva común que tanto los socialistas españoles como los franceses tienen sobre la reordenación industrial.

Anoche el presidente de la República, François Mitterrand, abundó en el sentido que manifestaron sus ministros en la conferencia de prensa. En una intervención televisiva resaltó primero "los intereses considerables de todos los agricultores europeos en la política agrícola común, pero sobre todo los de los franceses".

En resumen, los ministros ya citados y los de Industria de ambos países, Carlos Solchaga y Laurent Fabius, más los de Economía, Jacques Delors y Miguel Boyer, junto con el de Agricultura español, Carlos Romero, y el secretario de Estado para los Asuntos Europeos, Manuel Marín, examinaron todos los problemas "seria y sólidamente", bilaterales y comunitarios, con vistas a un futuro acuerdo entre España y la CEE. Esto último, es decir, que las conversaciones Francia-España no es menester confundirlas con las decisorias que deben conducir Madrid y Bruselas, se repitió hasta la saciedad, con una intención concreta por parte de todos los interlocutores, sin duda alguna.

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