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Nada igual que ayer

La cumbre interministerial, o tertulia (como la calificó días pasados un portavoz del Ministerio francés de Exteriores) que acabó ayer, sabido es que ni siquiera un día llegará a consolidar la institucionalización de las relaciones París-Marid semejantes alas que mantienen franceses y alemanes desde hace 20 años, a pesar de su odio histórico. En el plano oficial todo parece transcurrir perfectamente de creer a los protagonistas de estos mano a mano estudiosos y, sin duda alguna, necesarios.Otra cuestión son las opiniones de cada uno de los países: los franceses se interesan por las relaciones con España, pero desde la distancia fijada por sus intereses. Ayer, la conferencia de prensa que rernató la tertulia hispanofrancesa probó de manera meridiana y contundente hasta qué punto la dosificación del cálculo frío y de una cierta emoción-ostinación es incluso determinante para la evollución de todos los intereses franco-españoles en el mejor de los sentidos posibles. El dato revelador, y quizá el dato más importante de la conferencia de prensa, lo representó la intervención de Michel Rocard, que dijo lo mismo que sus colegas Cheysson y Dumas, pero de manera escueta y precisa. "Nada ha cambiado fundamentalmente", dijo, y, sin embargo, no en vano pasa el tiempo, pasan las personas, crecen o desaparecen hechos, vive la historia, en suma, y nada es igual que ayer.

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En efecto, Rocard dijo exactamente lo mismo que en abril del año pasado. Ya lo escribió el Gobierno francés en un folleto titulado "¿Cuál es la estrategia europea para Francia en los años ochenta?". En el capítulo dedicado a la construcción europea se lee lo siguiente: "Cuando aún no se han solucionado las dificultades de la ampliación de 1973 (Reino Unido), la Comunidad se enfrenta hoy a los problemas que plantea la ampliación a España y Portugal. Teniendo en cuenta los problemas agrícolas actuales de la CEE, los institucionales y presupuestarios, si no se prepara muy cuidadosamente esa ampliación se corre el riesgo de embarcar a la Comunidad en una crisis sin precedentes, fatal quizá".

Quiere decirse que para los franceses las cosas están claras desde siempre porque ya los antecesores de los socialistas decían lo mismo, salvo durante un momento en el que Giscard, que pretendía ser rey de España en Francia, consiguió engañar a alguien. Nunca nadie aquí ha dudado de que los franceses (comunistas aparte, porque se oponen a la existencia de la CEE) desean la adhesión española. Otra cosa son los hechos, es decir, llegar a la meta. De todas maneras, la frase del folleto citado publicado por La Documentación Francesa en la fecha indicada no es la única.

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