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Estreno de 'Luces de Bohemia' en el Odeón de París

La consagración internacional de Lluís Pasqual

El director del Centro Dramático Nacional ha sido saludado como "un grand d'Espagne" por la crítica francesa

El director del Centro Dramático Nacional María Guerrero y del Teatre Lliure, Lluís Pasqual, con 30 años de edad, es ya hoy uno de los realizadores teatrales de mayor prestigio en Europa. La Prensa francesa le ha saludado con epítetos de este estilo: 'Lluís Pasqual, un grand d'Espagne" y "Lluís I', piropo monárquico relacionado con su montaje del Eduardo II de Marlowe. Mañana el Théâtre de Europe presenta en el Odéon de París su montaje sobre 'Luces de Bohemia', que proporcionará al público francés una buena ocasión para conocer a Valle-Inclán, un autor que no ha tenido hasta ahora una muy buena entrada en el país vecino. Coincidiendo con este estreno, Núria Espert y Rafael Alberti ofrecían ayer un recital de poesía española, en el que se incluían textos de Valle-Inclán.

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Valle-Inclán en Francia

En Valladolid, en el teatro Calderón de la Barca, Lluís Pasqual ha estado ensayando Luces de Bohemia, la obra de Valle-Inclán que mañana, 13 de febrero, se presenta en París, en el Odéon, sede del Théâtre de l'Europe. El montaje es una coproducción del Centro Dramático Nacional, que dirige Pasqual, y el Théâtre de l'Europe. Su coste es de unos 36 millones de pesetas, que se reparten, a medias, entre el Centro Dramático y el Théátre de l'Europe. Terminadas las representaciones en el Odéon, 10 en total, y los restantes compromisos internacionales que haya contraído el Théátre de l'Europe, el montaje quedará propiedad del Centro Dramático. A finales de febrero, el espectáculo realizará una gira por diversas ciudades españolas: Gerona, ZaraLoza, Valencia y Murcia, para regresar a su lugar de origen, el teatro María Guerrero de Madrid, a principios del mes de abril. Debía ir a Terrassa, pero las medidas del decorado impiden que el montaje pueda instalarse allí, como ha sucedido en el Romea de Barcelona, sede del Centre Dramátic de la Generalitat.Un total de 40 actores y 23 técnicos figuran en la nómina del espectáculo. Entre los primeros se cuentan: José María Rodero (Max Estrella), Montserrat Carulla (Madame Collet), Carlos Lucena (Don Latino), Manuel Alexandre (Zaratustra), Paco Casares (Don Gay), Vicky Lagos (Enriqueta, la Pisa-bien), José Hervás (Dorio de Gadex), Vicente Cuesta (Serafin, el Bonito), Juan Gea (El preso catalán), Pedro del Río (Don Filiberto), Juan José Otegui (ministro), Francisco Merino (Basilio Soulinake), Helio Pedregal (Bradomín), María Jesús Lara (madre del niño muerto), Francisco Algora (sepulturero) y Carlos Mendy (Rubén Darío). La música es original de Eddy Guerin, y la escenografía y el vestuario llevan la firma de Fabià Puigserver. La dirección corre a cargo, como ya se ha dicho, de Lluís Pasqual.

Valle, como Genet

El proyecto de este montaje tiene su origen en una oferta que Giorgio Strehler, el célebre director italiano y responsable por tres temporadas del Théâtre de l'Europe, le hizo a Lluís Pasqual para que presentase un espectáculo en la primera temporada de dicho teatro. Pasqual, que en 1980 estuvo trabajando por unos meses con Strehler en el Piccolo Teatro de Milán, aceptó encantado. "Strehler", dice Pasqual, "me puso como condición que fuese con un autor español -el espectáculo debía darse en castellano- y que encajase dentro del tema escogido para la primera temporada del Théâtre de l'Europe: la ilusión, el teatro y el poder. La verdad es que no me apetecía demasiado ir con un clásico, quiero decir un clásico como Lope o Calderón, y me decidí por Valle. Luces de Bohemia es un texto que siempre me ha atraído mucho. Siempre me ha parecido que Valle era menos tópico que Lorca, más terrible, un autor maldito, o automaldito, como se prefiera. En principio, Strehler rechazó la obra. Valle no le gustaba, o le gustaba poco. Supongo que ello era debido a que Valle, fuera del contexto español, se entiende poco Pienso que le ocurre -ahora diré una barbaridad- algo parecido a lo que le sucede a Genet, si bien éste es más universal. Yo insistí. Strehler se leyó las Luces..., un texto que tenía algo olvidado, y al final me dijo que adelante. El único problema que se planteaba es que la obra podía ir lo mismo en el primer ciclo del Théâtre de l'Europe -la ilusión, el teatro y el poder - que en el tercero: la Europa de las revoluciones. Decidimos que iría en el primero. Eso ocurría en febrero del pasado año. Yo ya me había puesto en contacto con la Dirección General de Teatro, porque sólo una compañía nacional podía hacerse cargo del proyecto y fue entonces, a los pocos días cuando me nombraron director del Centro Dramático, y surgió la idea de la coproducción".

El famoso esperpento

Y una vez aceptado el texto, Lluís Pasqual se pone a pensar en el montaje. "Bueno, lo primero que me viene a la cabeza", dice el director, "fue el esperpento, cómo resol ver la papeleta del famoso esperpento. El problema, con eso del esperpento, es que cuando hablas con alguien y le dices que te explique qué es el esperpento, todo el mundo te repite las cuatro réplicas de la escena duodécima. Y le respondes que muy bien, que de acuerdo, pero que eso ya lo sabes, que ya lo has leído en la obra, y que lo que quieres es que te digan qué cosa es el esperpento, cómo se hace o cómo se interpreta. Y finalmente vuelven a la cita. Mira, yo creo que Luces... es una constante cita literaria, desde la misma escena del cementerio, que es una especie de paráfrasis de una escena de HamIet... Entonces me parece que la célebre teoría del esperpento es también una idea literaria. En Luces... hay un tipo de broma muy intelectual, muy de café, difícilmente traducible en un escenario. En mi montaje lo que yo he procurado hacer es Olvidarme del esperpento, de la teoría, o, mejor, la he dejado un poco de lado y me he concentrado en la idea de que si algo puede traducirse poéticamente en teatro, sobre un escenario, del texto de Valle, es justamente por contraste. Valle no juega solamente con una realidad que está en la calle, sino que juega con diversos estilos teatrales. Hay una escena, la cuarta, la de la Buñolería Modernista, que es como la Verbena de la Paloma, que es un sainete, que ahí está Amiches... Es como si Valle nos estuviese diciendo que ese tipo de teatro, que a él no le gustaba, fuera el reflejo de la sociedad de su tiempo. Y juega irónicamente con ello creando un pastiche de estilos teatrales. En resumidas cuentas, que si algo es el esperpento, para mí es esa serie de contrastes entre diversas escenas planteadas y resueltas de muy diversas maneras".

Lluís Pasqual cree que sí, que tal vez, como se ha dicho en varias ocasiones, Luces de bohemia podría ser un guión cinematográfico. "Lo que ya no sé", dice, "es cómo podría filmarse esa película. Me imagino que su mayor peligro sería convertirla en una película neorrealista -totalmente anacrónica, claro-, porque en el texto hay cantidad de elementos que son teatrales, de personajes que son enormemente teatrales, y que no pueden resultar cinematográficamente. En mi montaje muestro un Madrid lumpen, metido en un patio de cárcel, en un pozo negro, envuelto de telas de araña, que son unas vallas que se levantan y dan paso a las diferentes escenas, hasta que al final queda el escenario desierto, y Latino, como si se tratase de una escena de teatro del absurdo, va llamando y congregando a los supervivientes de la obra... He dividido el espectáculo en dos partes. La primera, de una hora y 10 minutos de duración, llega hasta la escena novena, y la segunda, de unos 40 o 45 minutos, hasta la decimocuarta, más el epílogo. Pero, volviendo a lo de la cárcel, a lo del pozo y las telas de araña, y en definitiva al peligro del naturalismo o el neorrealismo, he procurado que quede bien claro que la acción transcurre en un teatro, en un escenario. Todo ha de ser muy teatral. Hay también un ciclorama en el que sale y se pone el sol, pero con colores muy cubistas, como un Guernica coloreado, dando siempre la sensación de algo muy teatral".

A Lluís Pasqual le preocupa -hasta cierto punto, claro- el que los franceses se queden sin enterarse de la misa la mitad. "Al margen del texto, de la fuerza de la palabra -en el Odéon no habrá traducción simultánea; tan sólo se facilitará una sinopsis de la obra-, me preocupa que muchos momentos teatrales, que he tratado con claras referencias a un cierto expresionismo, les puedan dar la sensación de antiguo, de vieux jeu. No por el envoltorio, que no lo es, pero sí por ese particular expresionismo".

'El dolor de un mal sueño'

Para Pasqual hay una frase en el texto de Valle -"que no es", dice, "ninguna de la escena duodécima, en que se define el esperpento"- que le da como la pauta de su montaje. "Esa frase, yo soy el dolor de un mal sueño, que dice Max Estrella en la escena del calabozo, con el preso catalán, es la que motiva ese suelo de espejo que hay en el escenario. Ese suelo, que produce una luz irreal, hace que todos los personajes estén como suspendidos, como flotando en el tiempo, en ese sueño que Finalmente es la distancia entre 1984, en que yo vivo, y el tiempo de Valle".

Por último, el director dice no creer que Max Estrella sea "el Pepito Grillo, la conciencia de España. Algunas de las cosas terribles que dice Max Estrella podían", según Pasqual, "hallar un eco en un público que años atrás, no muy lejanos, vivía también situaciones terribles. Pero Max Estrella, por suerte, es un personaje demasiado contradictorio para creérselo al pie de la letra, o para creerse ciertas cosas que dice al pie de la letra. Con todo, creo que a Valle, que también era un ser muy contradictorio, en una cierta manera le dolía España". "A mí", dice Pasqual, "a mí, no me duele".

El día 13, en París, en el Théâtre de l'Europe, Lluís Pasqual, director catalán, fundador del Teatre Lliure y director del Centro Dramático Nacional, a los 30 años, mimado por Núria Espert y por Giorgio Strehler, saludado por la Prensa francesa como "Lluís Pasqual, un grand d'Espagne" y "Lluís I', piropo monárquico relacionado con su montaje del Eduardo II de Marlowe, presenta uno de los textos capitales del teatro español contemporáneo. Un montaje que puede suponer su consagración a nivel internacional.

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