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La desorganización general y los disturbios en diversos puntos del país enturbiaron la jornada electoral en Ecuador

La jornada electoral de ayer en Ecuador se desarrolló con relativa normalidad, aunque enturbiada por una desorganización generalizada y por los disturbios registrados en varios puntos del país, al protestar los electores porque no figuraban sus nombres en los padrones o por la falta de papeletas en los colegios. Los incidentes de mayor gravedad tuvieron lugar en la ciudad de Quevedo, a unos 300 kilómetros al suroeste de Quito, donde varios millares de manifestantes asaltaron los colegios electorales, quemando las urnas y el mobiliario ante la impotencia de la policía y el Ejército, que fueron totalmente desbordados por la multitud.

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Informes dados a conocer en un primer momento indicaban que una persona murió en los enfrentamientos con la fuerza pública, pero este extremo no había sido confirmado a última hora de ayer por fuentes solventes. En el resto del país no se registraban más que incidentes de menor entidad cuando quedaban tres horas para el cierre de las urnas, a las que estaban convocados más de 3,5 millones de ecuatorianos para elegir al próximo presidente de la República entre nueve candidatos -cuyas opciones políticas oscilan de la derecha más conservadora a la extrema izquierda-, de los que sólo dos tienen posibilidades de pasar a un segunda vuelta.

El acto electoral celebrado ayer, que se caracterizó por una gran desorganización, lo que motivó retrasos y la formación de largas colas en los colegios electorales, fue especialmente significativo porque se trataba de la primera ocasión, desde 1960, en que un Gobierno constitucional terminaba su mandato en el plazo y forma legales.

Las fuerzas armadas ecuatorianas declararon que aceptarán los resultados electorales y que se mantendrán al margen del proceso de relevo en el poder.

La votación se inició a las siete de la mañana, hora local (una de la tarde, hora peninsular española), y los colegios electorales estuvieron abiertos durante 10 horas. Se calcula que los primeros resultados extraoficiales se podrán conocer hacia las cuatro de la madrugada de hoy, lunes, hora peninsular española.

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Además de presidente y vicepresidente se eligieron ayer, en una sola vuelta, diputados nacionales y provinciales, alcaldes, prefectos y concejales.

Campanadas y sirenas

Largas colas se formaron en los puntos de votación de Quito apenas unos minutos después que las campanas de las iglesias y las sire nas de las fábricas anunciaran con su sonido la apertura de los colegios. Soldados en traje de campaña y armados con fusiles de asalto vigilaban el desarrollo normal del sufragio.

Se trató de las elecciones con mayor censo electoral de la historia de Ecuador, en las que participan un 75% más de ciudadanos que en las de 1979. Votaron todos los mayores de 18 años y cerca de 400.000 arialfabetos. Los iletrados, que antes tenían vetado el derecho al voto, marcaron con una raya el candidato de su elección y firmaron con la huella de su dedo índice, que a continuación les fue teñido de tinta para evitar posibles fraudes.

La participación se estimaba muy alta, entre otras cosas porque el voto es obligatorio en Ecuador, y el certificado de haber emitido el sufragio, necesario para obtener el pasaporte y otros documentos oficiales. El presidente del Tribunal Supremo electoral, Eustorgio Mendoza, declaró que éste era "el proceso más limpio que se ha hecho en la historia de Ecuador".

Los favoritos continúan siendo los líderes de la coalición derechista Frente de Reconstrucción Nacional, León Febres, y el de Izquierda Democrática, Rodrigo Borja. Casi con seguridad serán ellos dos los que seguirán la campaña electoral tres meses más, hasta la segunda vuelta, que se celebrará en mayo.

Estabilizar la democracia

Las elecciones de ayer, que pueden contribuir a estabilizar la frágil democracia ecuatoriana, coincidieron con el 42º aniversario del protocolo de Río de Janeiro, de 1942, qué fijó la frontera entre Ecuador y Perú y que es rechazado por el Gobierno de Quito, que se considera despojado de una parte importante de su territorio en la selva amazónica.

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