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El ministro francés de Asuntos Europeos negocia hoy, en Madrid, la entrada de España en la CEE

Hoy estará en Madrid el nuevo ministro francés de Asuntos Europeos, Roland Dumas, para entrevistarse con el ministro de Asuntos Exteriores, Morán, y con el secretario de Estado para las Cuestiones Comunitarias, Manuel Marín. La ampliación de la Comunidad Económica Europea (CEE) y, más propiamente, la entrada de España en dicho club absorberán los dos días de conversaciones de Dumas con sus interlocutores españoles. Francia, durante el primer semestre del año en curso, dirige la CEE y se dice dispuesta a liquidar el grave contencioso comunitario que arrojó como balance el fracaso de la cumbre de Atenas, en diciembre del año pasado.

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La visita de Dumas se valora como "muy importante" y, en principio, a pesar de las dificultades gigantescas, franceses y españoles, en París, se dicen lúcidamente optimistas de cara al futuro. Antes de tomar el avión camino de Madrid, los colaboradores de Dumas no se andan por las ramas: "El tema de fondo de las entrevistas, naturalmente, será la entrada de España en el Mercado Común. Y nuestro objetivo sigue siendo el que ya se conoce: a lo largo de los seis meses de la presidencia francesa, España recibirá una respuesta a su candidatura. Nosotros queremos que se negocie con rapidez, con más rapidez aún que lo desean los españoles".Amigo de España

Las mismas fuentes insisten en las buenas relaciones de Dumas con España, con el rey Juan Carlos, así como la participación fundamental y determinante del hoy ministro en la vuelta del Guemica a España. Dumas fue el abogado de Picasso, y por ello el depositario de las cartas en las que el pintor estipulaba las condiciones que debía reunir el retorno de su célebre cuadro. Dumas, sobre todo, interpretó esas misivas-testamento en el sentido defendido por el Gobierno centrista de aquella época. Hoy el ministro, íntimo amigo de Mitterrand, si le queda algún momento libre aún irá una vez más a ver el Guemica. Por otra parte, pudiera entrevistarse con el presidente, Felipe González, que quizá adelante levemente su vuelta de Estrasburgo, el martes, para recibirlo.

Portavoces españoles en París manifiestan, como los franceses, que el proceso de negociación, "ahora, es un hecho, y este viaje es muy importante". Hasta tal punto "la negociación camina", que estos medios temen que un exceso de publicidad del "nuevo entendimiento" hispano-francés pueda enojar a otros miembros de la CEE. En última instancia, efectivamente, la entrada de España en la CEE no es cosa de Francia, sino de los diez. Hasta la fecha, sin embargo, toda la clase política española, y la Prensa en su inmensa mayoría, han acreditado en términos desproporcionados la importancia y las responsabilidades francesas. Se hace hincapié aquí, por el lado español, que ahora, de repente, han cambiado las tomas de manera decisoria, "porque prácticamente toda la opinión es favorable a la ampliacion". Hasta ayer, pude decirse, los neogaullistas se oponían rotundamente a la entrada de España, particularmente. Pero las elecciones para renovar el Parlamento Europeo, el próximo mes de junio, es ci¿rto que han modificado, por un lado, ese obstáculo. El partido que dirige Jacques Chirac, precisamente para subsanar su mala imagen europea, se ha unido a los demás partidos liberales y centristas en la persona de Simone Veil, la ex ministra y ex presidenta del Parlamento Europeo, que será la cabeza de la lista de unión de la oposición al Gobierno socialista.

Para reforzar la nueva imagen europea que los neogaullistas quieren acreditar, Chirac, desde hace algunas semanas, multiplica las declaraciones y los viajes a los países vecinos, con el fin de hacer creíble su europeísmo. En contra del roñoso predicamento nacionalista que caracterizó siempre al gaullismo histórico, y al contemporáneo igualmente ahora, Chirac habla de una fuerza atómica común europea, y no regatearía un cierto recorte de la soberanía nacional en beneficio .del relance de la CEE.

Nunca se sabe hasta dónde llegan las conversiones religiosas repentinas, pero es incuestionable que Simone Veil, como cabeza de lista es una garantía europeísta, y a Chirac, como a sus tropas, algunas ultranacionalistas, no les será tan sencillo obstaculizar la adhesión española.

Horizonte electoral

Pero el tema electoral europeo, del próximo junio, conlleva otra lectura igualmente. Toda la mejor voluntad del Gobierno, y en particular del presidente, Mitterrand, para resolver los problemas europeos durante los seis meses de su presidencia de la CEE parece probable que no puedan soslayar totalmente el eventual resultado de esos comicios. Todos los votos del mundo agrícola se oponen a la entrada de España. Y el Partido Socialista (PS), que sostiene a Mitterrand, ya cuenta, aunque no lo diga públicamente, con perder las elecciones europeas, pero lo que no desearía es verse sancionado de manera abultada, ya que ese escrutinio será interpretado como un test de política interior.

Todo lo expuesto se refiere a las buenas disposiciones, y los obstáculos también, específicamente franceses, ya que durante seis meses es Francia quien va a dirigir la CEE. Al respecto, no es posible dudar de la voluntad política de Mitterrand de responderle sí a España, como nadie duda de que los comunistas, los agricultores y otras fuerzas políticas, más o menos agazapadas, desearían zafarse de esta cuestión de alguna manera que no les comprometiera, pero que equivaldría a decirle a España no, por muy largo tiempo al menos. Incluso los que están dispuestos, o resignados, a admitir la adhesión española sólo se inclinarán imponiendo condiciones draconianas, como, por ejemplo, un ingreso de España en la Comunidad por etapas que cubrirían los 10 próximos años.

Al margen de la problemática franco-española, el tema de la adhesión de España a la CEE hay que situarlo en el marco de los problemas que paralizan a la Comunidad desde hace ya más de 10 años. La crisis presente, se divide en tres partes. Primera, resolver el problema de la contribucióna británica, el de los montantes compensatorios, el de las cuotas de leche, y el del presupuesto de la CEE.

Segundo gran contencioso: ampliación de la Comunidad, cuestión que debe cerrarse con una contestación clara a los dos candidatos, España y Portugal. El carácter de dicha respuesta depende de la solución de los problemas internos. Se equivocan absolutamente quienes estiman que la entrada de España es un problema puramente político. Es decir, si Mitterrand es capaz de barrer todas las suspicacias nacionalistas que paralizan la Comunidad. La ampliación será sólo una cuestión política, y entonces España puede decirse que ya está dentro. Pero eso es cosa de los diez, y no sólo de Mitterrand.

La tercera cuestión pendiente se refiere a la creación de nuevas políticas comunes (industrial, social, etcétera). Pero ésta, y las dos anteriores, están ligadas entre sí. El presidente francés deja que sus colaboradores afirmen que él va a resolver todos los problemas planteados crudamente en la cumbre de Atenas. Pero nadie explica el cómo, y cada cual anota las dificultades enormes. Mitterrand parece ser que ha prohibido a sus ministros cualquier alusión a los métodos o fórmulas, que esconde como elementos capaces de resucitar la construcción europea. Todo lo que, desde hace un mes, ha dicho su ministro de Exteriores, Claude Cheysson, el de Asuntos Europeos, Dumas, o el primer ministro, Pierre Mauroy, Portugal se reduce a nada, o a hablar por no estar callados. Mitterrand se espera que desvele algo en su próximo viaje a Holanda, y en la próxima cumbre, bajo su presidencia, en Bruselas, el próximo mes de marzo. Lo que sí es totalmente cierto es que la visita de hoy de Dumas, como la cumbre hispano-francesa del próximo mes de febrero, y como todo lo que suceda en los próximos meses, hasta junio, será histórico, porque de ello dependerá incluso la existencia de la CEE.

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