Problemas de competencias entre la policía de Los Ángeles y el FBI ante los Juegos Olímpicos
El recuerdo de la matanza de Munich, en un año en que Estados Unidos ha sido uno de los principales objetivos del terrorismo internacional, ha convertido el tema de la seguridad durante los Juegos Olímpicos en una obsesión. El principal problema con el que se enfrentan quienes planifican la actuación de los distintos cuerpos policiales que estarán en acción durante la celebración de los Juegos es el de delimitar las competencias de cada uno de ellos, ya que esta ciudad está organizada un poco al estilo de las películas del Oeste, en las que el sheriff veía con desesperacion cómo el forajido de turno se le escapaba tras cruzar el arroyo donde acababa su jurisdicción.
Cada una de las 80 ciudades y de los cuatro condados que componen el Gran Los Ángeles tiene su propia policía. Sus uniformes son diferentes y sus automóviles, de distinto color. A menudo se producen problemas de competencia. El verano pasado, los tranquilos paseantes de West Hollywood -una especie de isla dentro de la ciudad de Los Ángeles, que está bajo la autoridad del sheriff del condado- se quedaron pasmados ante la visión de un desfile de prostitutas procedentes de la famosa Sunset Strip, escoltadas por varios policías. La procesión siguió hasta que los agentes del orden llegaron a su límite jurisdiccional. Una vez allí, las invitaron a cruzar la calle, sacándose el problema por encima y dejándoselo a sus vecinos. Sucede que para los Juegos el problema se plantea al revés. No sé trata de sacarse de encima responsabilidades, sino de acumularlas. Si entre las policías locales parece que se mantendrán las jerarquías y las costumbres al uso, la llegada del FBI está siendo muy dura de digerir por los hombres del polémico jefe de la policía de Los Ángeles: Daryl F. Gates.Lo menos que puede decirse del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) es que continuamente está envuelto en polémicas. En estos momentos, la Asociación Americana de Derechos Civiles está entablando una dura batalla legal contra este cuerpo, al que acusa de espionaje contra ciudadanos sin ningún antecedente penal. Hace unos meses, el consistorio tenía que prohibir a la policía hacer uso de una llave inmovilizadora denominada choke hold, en la que el agente aplicaba en forma de tenaza el brazo y el antebrazo contra el cuello del sospechoso, cortando el fluido de la arteria carótida. Sólo después de que se produjeran varias muertes por falta de riego sanguíneo cerebral, la LAPD aceptó el mandato.
Esto viene a cuento para indicar qué tipo de espíritu revalece en este cuerpo, cuyo eslogan es "servir y proteger", y cuya afición a darle gusto a gatillo es notoria. La Administración federal preferiría que durante los Juegos las actividades antiterroristas corrieran a cargo del FBI, que cuenta con unidades especializadas al respecto y que posiblemente, en un caso extremo,_actuaría con mucha más limpieza, por lo menos de cara a la opinión pública.
Punto muerto
Todos los cuerpos de policía han aceptado dejarle al FBI la lucha antiterrorista, menos la policía de Los Ángeles. Las negociaciones entre ambos, a seis meses de los Juegos, siguen en un punto muerto. En una reciente entrevista, el jefe de la Policía de Los Ángeles admitió que parte del problema provenía de que ambos cuerpos son muy orgullosos, y se niegan a dar su brazo a torcer. "Debemos estudiar cada situación individualmente", añadió; "el FBI, por ejemplo, no tiene expertos en explosivos; nosotros, sí; tampoco ellos sabrían hacerle frente a un disturbio callejero; nosotros, sí. Por otro lado, hay temas en los que está claro que el FBI está más preparado".
Para apoyar sus prerrogativas, la policía de Los Angeles ha invertido cerca de un millón de dólares en compras de material supersofisticado de cara a su utilización durante los Juegos. La mayor parte de esté presupuesto se ha destinado a dotar a la flota de helicópteros que patrullan constantemente la ciudad, de equipos de vigilancia aérea muy similares a los que se describen en la película Trueno, azul, rodada precisamente en Los Ángeles, y que describía en tono profético esta misma posibilidad.
Lentes especiales, con las que será posible desde el helicóptero introducirse en una cámara de vídeo dentro de una habitación. Binoculares potentísimos de rayos infrarrojos, que permitirán la vigilancia nocturna sin que desde tierra pueda observarse la luz de ningún foco, y toda una serie de nueva tecnología de espionaje que ha dado pie para que pudiera hablarse de nuevo de las predicciones que para este año hiciera George Orwell. Todo este material, después de los Juegos, quedará en poder del cuerpo.
El Ayuntamiento de Los Ángeles, por otro lado, ha prohibido la celebración de manifestaciones durante las dos semanas olímpicas, lo que, por su parte, ha levantado la indignación de los sindicatos e instituciones políticas, que piensan recurrir contra esta orden ante los tribunales.
El hincapié en la lucha antiterrorista ha dejado en segundo plano los problemas de tráfico y las demás actividades que corresponden a las fuerzas de policía. Hasta el momento, y mientras no se resuelva el contencioso entre el FBI y la policía angelina, todo lo demás parece secundario.
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