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La reindustrialización divide a la mayoría gobernante en Francia

El divorcio ideológico entre las dos componentes básicas de la mayoría gobernante (socialista y comunista) se ha revelado públicamente sin ambages durante los últimos días, con motivo de la plan¡ficación reindustrializadora del país expuesta por las autoridades máximas del Estado.

El futuro de Francia -y a más corto plazo, de la izquierda en el poder- equivale al futuro del reto industrial que acaban de lanzar los socialistas; en el mismo momento, los comunistas, por boca de su primer secretario, Georges Marchais, se han plantado: "Eso no es el socialismo a la francesa", es decir, la socialización de la economía que ellos desean como única medicina capaz de frenar la hemorragia de su electorado.

En el mismo momento prácticamente que el presidente de la República, François Mitterrand, en el último consejo semanal de ministros, coronaba decisiones históricas sobre la reindustrialización, recordando en términos cuasi capitalistas que la libertad de iniciativa es "una de las bazas que una sociedad libre y viva debe saber preservar", el secretario general de los comunistas, Georges Marchais, en una reunión también histórica del Comité Central del partido, solemnizó: "Ni un parado más". Y sabido es que en Francia, como en todos los países avanzados, reestructuración industrial quiere decir reducción de efectivos.

Los expertos más lúcidos de la izquierda no acaban de alertar: "La única posibilidad para la izquierda de recuperar su audiencia consiste en ganar su apuesta industrial. De este triunfo depende el de su política exterior, el de la reactivación económica, el del empleo", es decir, de la victoria de la reindustrializ ación depende."el futuro de Francia y el de la izquierda en el poder", tal como recordaba la semana última el semanario progubernamental Le Nouvel Observateur.

Decisiones prioritarias

En los terrenos más vetustos, las decisiones prioritarias han sido dictadas sin duelo: el carbón, la siderurgia y los astilleros serán recortados dramáticamente. La construcción naval civil emplea en Francia a 19.000 personas, y más de la mitad habrían ya perdido su puesto en el año último si el Estado no acudiera con sus subvenciones.Las minas de carbón, nacionalizadas en este país, perdieron el año pasado cerca de 1.000 millones de francos, a pesar de la subvención de más de 6.000 millones de francos que les concedió el Estado. Sólo para este año se ha planificado la supresión de 4.000 empleos. En la siderurgia trabajan hoy 80.000 personas. Los dos monstruos del acero en Francia, Usinor y Sacilor, perdieron 10.000 millones de francos en 1983; el, Gobierno piensa rebajar su plantilla a 55.000 empleados.

Nada aconseja creer que Mitterrand, hoy por hoy, esté dispuesto a ceder en lo más mínimo en favor de la opción comunista, que se funda en lo que, en un principio, el mismo Mitterrand bautizó con el nombre de socialismo a la francesa.

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