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'POP'

Ovación y vuelta al ruedo

Ovación y vuelta al ruedo. Esta expresión típicamente taurina sirve para calificar al primero de los dos conciertos que Gabinete Caligari, joven trío madrileño, ofreció en el coso de sus éxitos.Edi (batería), Ferni (bajista impenetrable) y Jaime (guitarra y peculiar manera de cantar) tuvieron el honor de participar en uno de los primeros singles independientes, editado en 1982, junto a Parálisis Permanente, con dos canciones, una de las cuales, Golpes, fue el primer bis de la actuación del viernes. Otros tres sencillos vinieron a corroborar la espléndida progresión del grupo, a destacar Sangre española, adelanto algo accidentado de su primer álbum, Que Dios reparta suerte, presentado en esta ocasión, pero del que ya nos habían hecho un avance el año pasado en otra actuación. Compacto sonido, inteligentes letras y, sobre todo, aires de renovación para la últimamente demasiado tranquila escena pop española.

Gabinete Caligari

Sala Rock-Ola, Madrid, viernes 13 y sábado 14 de enero de 1984.

Todo esto despertó la expectación del numeroso gentío que se agolpaba en los tendidos, gentío, al igual que en los toros, de lo más heterogéneo. Se pasaba calor, y la previa ambientación musical corría a cargo de rockabillys, baladas country y canción típica española (género tonadilla). Un sorprendente cóctel preparatorio.

Al sonar la hora en punto se lanzaron al ruedo, con la ayuda de Ana-Curra (Seres Vacíos) en los teclados. Durante toda la actuación se sucedían los relevos de los diversos colaboradores que, con distintos instrumentos, dotaban al grupo de un apoyo musical espléndido, aunque no imprescindible. El resultado era brillante y cuidado, aunque tal vez el sonido excesivamente abrumador lo empañara, por aquello del volumen mal entendido. A pesar de todo, las letras resultaban comprensibles, cosa rara en los conciertos nacionales.

La música de Gabinete Caligari reúne distintos estilos, combinando pop siniestro con swing, auténtico filón moderno y un deliberado gusto por lo típicamente español, sabiamente aderezado con castañuelas. Todo ello, bajo un sello de estilo que el grupo ha ido forjando con el tiempo.

Sonaron todos los temas del álbum, algunos mejor que otros, sobresaliendo Me tengo que concentrar, coreada por los presentes.

Al final, ovación y vuelta al ruedo, premonición inmejorable de cara al segundo concierto, una vez superadas las deficiencias de sonido.

Llovieron dedicatorias, y, pese a las reiteradas peticiones del público, los Caligari desaparecieron por chiqueros con una promesa: "Mañana, más". Y con la relativa, que no trivial, gloria de haber demostrado que no son nuevos en esta plaza.

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