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La endeblez política de Nakasone tras las elecciones del domingo en Japón inquieta a Ronald Reagan

La derrota moral sufrida por el primer ministro japonés, Yasuhiro Nakasone, en las elecciones del pasado domingo incidirá en las importantes relaciones entre Estados Unidos y Japón, sobre todo en los capítulos que más interesan a la Administración del presidente Ronald Reagan: el rearme de Japón y las relaciones comerciales.Cuando el presidente norteamericano, Ronald Reagan, visitó Japón, a principios de noviembre, el primer ministro japonés tenía ya en marcha el plan de elecciones anticipadas, provocadas por la condena por corrupción del influyente ex primer ministro Kakuei Tanaka.

Para Nakasone, las elecciones anticipadas debían consolidarle en el poder para una nueva legislatura, con importantes reformas en la defensa de Japón. En las declaraciones políticas formuladas por Reagan y Nakasone en Tokio se insistió en la necesidad de un refuerzo de la defensa de Japón y se lanzaron ideas para un nuevo paso en la liberalización de los productos norteamericanos en el casi hermético mercado nipón. También para la moderación de las ventas japonesas a EE UU, debido al importante déficit comercial de Washington, de más de 20.000 millones de dólares, que caracteriza el intercambio entre ambos países.

Eventual desaparición

Los resultados de las elecciones han debilitado sensiblemente la posición política de Nakasone e incluso pueden desembocar en su sustitución como primer ministro, a pesar de los equilibrios realizados para mantener una escasa mayoría en Cámara baja. La eventual desaparición de Nakasone como primer ministro, dentro de un par tido liberal que pierde la mayoría absoluta de que ha gozado duran te 35 años, sería un rudo golpe para la Administración Reagan.En EE UU se ha valorado siempre la figura de Nakasone como la de un líder proestadounidense. Los lazos personajes entre los dos hombres políticos son muy buenos y se tutean familiarmente con los diminutivos de Yasu y Ron.

Pero el efecto político más inquietante para la Administración Reagan es que el voto de los japoneses supone un no velado a los proyectos de Nakasone. Entre ellos, la modernización del Ejército japonés, aumentando -a petición de EE 1UU- el presupuesto de Defensa, que sólo representa en Japón el 1%. del producto interior bruto. Toda la estrategia de la reciente gira de Reagan por Extremo Oriente, (Japón y Corea del Sur) estuvo basada en demostrar a la Unión Soviética su peso en la zona asiática. A partir de ahora a Ronald Reagan le puede fallar uno de los principales pilares de la escena: Yasuhiro Nakasone.

Aun cuando el primer ministro logre mantenerse en el poder, su programa de Gobierno deberá ajustarse más a la tendencia popular de un Japón donde la palabra rearme suscita serias dudas. Baste para demostrarlo la polémica política que levantó en Japón la suscripción por parte de Nakasone, en la última cumbre económico-política, en Williamsburg (EE UU), apoyando la instalación de los nuevos misiles norteamericanos en Europa.

Fue el primer gesto oficial de Japón hacia el bloque de países de la OTAN. Tampoco la visita de Reagan a Japón, y sobre todo la insistencia en los temas de defensa, parece que favoreciera a Nakasone ante: el electorado nipón.

Curiosamente, si la reciente presencia de Reagan en Tokio poco influyó electoralmente para el Partido Liberal Democrático de Nakasone, el nuevo mapa político japonés sí puede incidir en el año electoral que se prepara en Estados Unidos.

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