Un carácter original
Suele hablarse de Soler como de un compositor absolutamente ligado a Scarlatti, lo que, tras los estudios realizados, principalmente por Samuel Rubio, y la difusión de su obra, no parece justo. Soler evoluciona en un sentido que lo aleja del gran compositor napolitano radicado en la corte de Madrid. Si durante los años 1752 a 1757 aparece como discípulo de Scarlatti, más tarde trató de ahondar en una autenticidad empujada por sus maestros Elías y Cabanilles y por el contacto con sus coetáneos españoles y portugueses.El tiempo que transcurre desde la madurez de Scarlatti a la juventud de Soler (44 años más joven que su modelo) viene a significar el tránsito del barroco italiano al estilo galante, que tiene su fundamento en tres valores: levedad, voluntad de cantar y ornamentación.
Probablemente Soler atiende en un momento de su carrera la llamada de esta manera musical, pero muchas veces encontramos en sus sonatas una austeridad ornamental mayor que la del italiano. La presencia del elemento castizo español está más hondamente asimilada, y por lo tanto menos visible, que en Scarlatti.
En sus sonatas, Soler, como ha estudiado Santiago Kastner, "cultiva una traza muy personal de la estructura, de períodos sumamente cortos, y ensarta en fila grupos emotivos con sus respectivas repeticiones, lo que da lugar a una forma y aspecto melódico más desmembrado, de aliento más corto y de urdimbre menos orgánica y constante que los moldes y perfiles melódicos de Scarlatti. Soler, en El Escorial, tañe en un instrumento de su invención, denominado afinador o templante, una música quizá excesivamente alegre para el entorno pero más de una vez buscadora de una honda gravedad expresiva. La figura de Soler supone un ejemplo más en la lucha tremenda de un carácter racial, fuertemente original, y un anhelo de universalidad contra el que se opone ese mismo carácter y nuestra condición de pueblo periférico.
Babelia
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