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Más allá de la mala suerte

( ... ) El alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, manifestó ayer su deseo de que el año 1983 acabe de una vez. Parece un año maldito. Es el año de la tensión internacional, de la crisis que no cesa, de la sequía y de las inundaciones. Y ahora, cuando ya llegaba a su fin, se ha convertido en el año de las largas catástrofes. Es una mala racha, como si la suerte hubiese abandonado por unos días a los españoles. Sin embargo, detrás de cada una de estas desgracias está el factor humano, los responsables, más o menos directos.Las autoridades insistieron ayer inicialmente en que la discoteca Alcalá 20 cumplía todas las normativas de seguridad. La discoteca había pasado con éxito las últimas revisiones. La trágica realidad, no obstante, demuestra que estas medidas no han evitado 78 muertes entre 600 jóvenes que, confiados, se divertían en una de las discotecas de moda de Madrid. La trágica realidad, no obstante, ha llevado a la posterior detención de cuatro de los cinco propietarios del establecímiento.

Lo que olvidan las autoridades en su prisa por echar la culpa al pánico es que en los incendios en locales públicos el pánico es inevitable. Las normativas deben prever las avalanchas humanas que provoca el pavor de las personas que se ven atrapadas. Después de la tragedia no vale decir únicamente que estamos de mala suerte. Hay que dilucidar todas las responsabilidades para, como mínimo, asegurar la vida de los centenares de miles de jóvenes que cada fin de semana acuden a las discotecas españolas a pasar unas horas de ocio de su merecido descanso.

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