El piloto salvó con sus manos a una anciana atrapada entre las llamas
El comandante Carlos López Barranco, de 42 años, piloto del avión de Iberia siniestrado el miércoles en el aeropuerto de Barajas, salvó la vida con sus brazos a una mujer árabe que permanecía atrapada y rodeada por las llamas en el interior del Boeing 727. De un gran tirón, que le hizo temer haberle desencajado los brazos, López Barranco consiguió rescatarla del avión donde permanecía inmovilizada y logró ponerla a salvo en la pista del aeródromo, según fuentes de absoluta solvencia con las que anoche dialogó EL PAÍS.López Barranco permaneció durante toda la tarde y gran parte de la noche de ayer en su casa, en una urbanizacion de la carretera de Burgos. Allí suministró toda la información con la que contaba a un juez militar instructor, del Ejército del Aire, que practicó las diligencias. La compañía Iberia le prohibió hacer declaraciones.
A primera hora de la noche, el juez, que adujo encontrarse indispuesto, solicitó ser relevado. Alrededor de las once de la noche, un nuevo juez instructor se hizo cargo del caso.De acuerdo con testimonios de personas muy allegadas al comandante López Barranco, el piloto había superado con éxito el viernes anterior al accidente las pruebas denominadas curso de refresco a las que son sometidos semestralmente los pilotos de su compañía en un simulador. Allí los pilotos sufren pruebas de emergencia extrema que han de superar para revalidar su licencia de vuelo, tras sortear un duro examen médico.
De acuerdo con las mismas fuentes, el comandante López Barranco se encuentra bien, y en conversaciones ha mostrado repetidamente que una de las escenas que más le conmovieron del accidente fue la de una mujer rubia de edad mediana que, con los brazos en cruz y arrodillada, suplicaba a voces que salvaran a su marido, carbonizado ya en el interior del avión.
La otra escena que el comandante López Barranco recuerda emocionadamente es la de los supervivientes japoneses justo en el niomento de haber conseguido salir con vida. Permanecieron alineados casi militarmente, como a la espera de instrucciones, mientras lloraban en silencio, en medio del caos que se abatía en aquellos instantes sobre la pista del aeropuerto y con el resto de los pasajeros, españoles, italianos, árabes y judíos, dispersos desordenadamente.
Según los testimonios del comandante, cuando su avión cruzaba la pista a unos 120 nudos, descubrió los dos faros llamados de morro que llevan los DC-9 en la parte anterior de su proa. "¿Qué son esas luces?" gritó fracciones de segundo antes de que diera un tirón en su pié hacia abajo, para hacer virar el avión hacia la derecha.
Segundos después, el ala izquierda del Boeing segaba la cabina del DC-9 de Aviaco, cuyo ala derecha se incrustaba parcialmente en la parte posterior de su avión. Tuvo algunos segundos para cortar las turbinas y ordenar la evacuación, ya en el momento en el que el morro de su avión se deslizaba desprovisto de su tren de aterrizaje por la pista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.