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La asistencia primaria española está al mismo nivel que la británica de hace 30 años

Milagros Pérez Oliva

La situación de la asistencia primaria española en 1983 es similar a la de Inglaterra en 1953, es decir, lleva mi retraso de 30 años, según explicó ayer el doctor Julian Tudor Hart, que representó al Royal College of General Practitioners de Gran Bretaña en el acto de constitución de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria. El acto se celebró anteanoche en el Ayuntamiento de Barcelona, con la asistencia del director general de Ordenación y Planificación Sanitaria de la Generalitat, doctor Xavier Trias, y del concejal de Sanidad de Barcelona, doctor Joan Clos.

"Encuentro que hay impresionantes similitudes entre nuestra situación en 1953 y la vuestra de 1983", dijo el doctor Hart. "Por ejemplo, según un estudio de utilización de la asistencia primaria en Barcelona realizado en octubre en 1982, cada médico de cabecera atiende a un promedio de 48 asegurados en dos horas, con un promedio de 2,3 minutos por consulta. Y el 47% de estas consultas son de contenido burocrático. Son cifras muy similares a las que, desveladas por los informes Collings de 1950, pusieron en evidencia el desolador nivel de calidad de la asistencia que recibía la gente normal. Nuestro colegio fue fundado precisamente para cambiar esta situación".Con la misma pretensión nace la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria, siguiendo el modelo del colegio inglés, que quiere convertirse en una plataforma de cambio de la asistencia primaria. La sociedad está impulsada por los nuevos médicos de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, una especialidad que no ha logrado superar la fase experimental por falta de apoyo institucional, a pesar de que fue creada en 1978 con el objetivo expreso de crear un nuevo modelo de asistencia primaria.

Médicos de segunda

La nueva sociedad pretende atraer a los actuales médicos de cabecera interesados en superar la degradación en que está sumida ahora su práctica profesional, que de seguir así puede terminar por consolidar dos clases de médicos: los de primera, en los hospitales, y los de segunda, en los ambulatorios.A este peligro se refirió el doctor Hart, a partir de los datos recogidos en los numerosos trabajos sobre la sanidad española publicados en las revistas especializadas de su país, como los recientes de los doctores Villalbí y Raventós Conti publicados este mismo año. "Las cifras relativas a Barcelona muestran una situación. bastante similar a la que se daba en Gran Bretaña el año de la fundación de nuestro colegio, en 1953, es decir, un servicio masivo y barato para atender a las masas populares, al lado de un servicio de alta calidad y muy caro para atender a las clases acomodadas".

La coexistencia de diferentes tipos de medicina es la base para consolidar diferentes categorías de médicos, problema al que la asociación es muy sensible, pues en varias ocasiones se hizo referencia a lo largo del acto a la situación de menosprecio con que a veces son tratados los médicos de cabecera. El doctor Hart recordó que la misma situación se había producido en Gran Bretaña cuando surgió la necesidad de crear el colegio al que representa. Algunos sectores médicos tuvieron incluso la pretensión de legalizar dos registros profesionales separados, lo que finalmente no prosperó: "Cualquier intento de crear un grado inferior de médicos de formación más limitada y con capacidad sólo para las exigencias ordinarias de la práctica sanitaria debe ser combatido", dijo el doctor Hart.

Pero la situación de inferioridad no depende de la voluntad de los afectados, sino de las condiciones prácticas en que desarrollan su profesión, según el doctor Hart. Y las condiciones de trabajo de la asistencia primaria española no pueden estar más degradadas, con una asistencia masificada y burocratizada que favorece la picaresca y el pluriempleo.

La Generalitat de Cataluña anunció hace más de un año la puesta en marcha de un plan de reforma de la asistencia primaria, consistente en agrupar a los médicos en jornadas laborales de seis horas, en estructuras jerarquizadas y trabajo en equipo. Pero tal reforma, elaborada con gran precipitación poco después de la toma de posesión del nuevo Gobierno socialista, no ha tenido ninguna plasmación práctica, salvo una experiencia piloto que ya se venía desarrollando en el polígono de Ciutat Badia.

Esta nueva práctica asistencial ha puesto de manifiesto que la consecuencia inmediata de la degradación asistencial es una extendida picaresca por parte de los usuarios, que tratan de sacar el mayor provecho de la situación y no una asistencia satisfactoria.

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