_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Consternación

Rosa Montero

La Iglesia insiste: toda relación sexual que no se encamine al paritorio es un pecado. Consternación general: ¿quién no ha codiciado alguna vez a la mujer o al hombre propios con afán rijoso y no prolífico? A la luz de esta doctrina, hasta el católico de libido más torpe puede descubrirse a sí mismo como un sátiro. Inquietante.De todos los documentos eclesiales, los que más me confunden son aquellos que se refieren al hondo territorio de los sexos. En otros temas, mayormente los de fe, el Vaticano despliega una finura argumental digna del mejor sofista. En estas cuestiones glandulares, en cambio, se me antoja que son mas esquemáticos. Será que la fe es lo suyo, una materia aérea que reinventan los prelados cada día, mientras que el sexo es lo ajeno, una tentación prohibida que se esfuerzan en ignorar cada noche. En cualquier caso, el asunto no está claro. Por ejemplo, ¿es más perversa la cópula de dos solteros con intención de tener hijos o la de un matrimonio con condón? Otrosí, no me parece bien que la Iglesia no tenga en cuenta las diferencias fisiológicas. Es decir, que un matrimonio de fertilidad precaria tiene muchas más posibilidades de ganarse el cielo que un matrimonio prolífico. Los primeros se pueden permitir el lujo de buscar un hijo cada noche, mientras que los segundos corren el riesgo de cosechar una descendencia apoteósica. Un útero caído, una próstata inflamada, unas trompas de Falopio algo raídas pueden resultar así un vehículo idóneo hacia la santidad. Y eso es injusto.

El Vaticano, en cambio, recomienda comprensión para la masturbación y la homosexualidad. No deja de asombrarme esa diferencia de criterio, esa relativa tolerancia ante un sexo que desde luego no procrea y esa obsesión filial ante otros sexos. Quizá sea una tolerancia nacida del conocimiento, porque en la Iglesia, tan apartada del mundo y de la promiscuidad, se da más la tentación de la carne propia o de la del compañero de votos y abstinencias. En suma, al Vaticano le parece menos desordenado el onanismo, que es un placer rigurosamente solitario, y ve el sexo marital como un asunto utilitario y productivo, como un trámite. Qué exento de amor me resulta todo esto: la consternación me abate.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_