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Francis Blanchard

El director general de la OIT se encuentra en España en visita oficial

Francis Blanchard, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desde 1974, llegó a España el lunes en visita oficial. Pese a haber alcanzado la edad de jubilación en marzo pasado, obtuvo la prolongación del mandato hasta febrero de 1989. Todo un récord de disponibilidad y dedicación, ya que, hoy día, ser director general de la OIT supone muchas horas de trabajo, jornadas enteras de protocolo, un sinfín de obligaciones y pasarse media vida en los aeropuertos.

Francis Blanchard, como él mismo acostumbra a autodefinirse, es un globe trotter que suele estar ausente de Ginebra entre seis y siete mes es por año. Su cometido, visitar los 151 países miembros de la organización. "Me desplazo con gusto y facilidad" dice, "porque soy un antiguo piloto, pero reconozco que la vida itinerante tiene muchos inconvenientes. Esta obligación, en mi caso", añade, "es, sin embargo, un placer".Aunque no madruga demasiado, a las nueve de la mañana está en su oficina. Un despacho espacioso, cuidadosamente decorado, en el que no faltan ni documentos de trabajo ni plantas. Sobre su mesa, junto a los expedientes, algunos regalos importantes, entre ellos la reproducción de una carabela, ofrecida por el rey Juan Carlos con motivo de su visita a las oficinas de, la OIT en junio de 1979.

Su jornada laboral suele prolongarse hasta las 19.30 o 20.00 horas. Gran parte de su tiempo está dedicado a las visitas. Una tarea rutinaria y poco cómoda que en ocasiones puede incluso llegar a ser ingrata. Durante el pasado mes de junio, por ejemplo, y con motivo de la 69º Asamblea- Mundial del Trabajo, Blanchard tuvo que recibir en privado a más de 100 ministros y secretarios de Estado...

De ahí que sus ratos libres los dedique al esquí y a 19 marcha. "Suelo hacer grandes trayectos en solitario por la montaña", afirma, "en compañía de mis dos perros. Me gusta estar solo, como contrapunto, quizá, del ajetreo diario. Necesito la evasión, la tranquilidad y el sosiego. Me encantan los animales, las plantas, el campo".

En sus ratos libres también lee, sobre todo la Prensa diaria. Y confiesa tener la manía de ojear los periódicos. de atrás hacia adelante. ,No le gusta, en cambio, la literatura policiaca, pero sí los grandes clásicos, las biografías y algunos ensayos. "Soy incapaz de leer un solo libro a la vez", precisa. "En estos momentos estoy leyendo dos: El lama azul y Los pretendientes, de Alain Duhamel, que es un compendio de retratos de hombres políticos franceses.

Aunque reconoce haber dejado de fumar en enero de 197 1, al término de una sesión de acupuntura, Blanchard asegura que "en el gesto hay un 70% de psicología y un 30% de agujas". Sin embargo, le chiflan los grandes vinos y sabe apreciar la buena mesa. Por algo es nativo de Borgoña (Francia), a pesar de que a diario, y en casa, beba vino de Burdeos.

Se declara sin rubor "hombre de paladar" y confiesa tener debilidad por la cocina china. "La francesa es muy buena", apostilla, "pero tengo mis reservas en cuanto a la nueva cocina".

Es un hombre de anécdotas, recuerdos y detalles. A su esposa le regala perfume de Chanel Número 5, y con motivo de su último viaje a Estados Unidos trajo a sus cuatro nietos el calendario del Museo Metropolitano de Nueva York. A los dos mayores les obsequió con un juego electrónico. "Cuando me' telefonean", dice, "me hacen partícipe de su entusiasmo y me quedo boquiabierto, porque yo en electrónica soy medio profano".

Francis Blanchard, que prolongará su estancia en nuestro país hasta el domingo, aprecia el arte en todas sus formas. En casa trabaja con música clásica -Mozart y Brahms, preferenteinente-, aunque tampoco le desagrada la música popular. "Si tuviera más tiempo libre", afirma, "me dedicaría más a la pintura. Me gustan mucho los grandes clásicos, pero también el arte figurativo y abstracto. Mis grandes debilidades son los muebles antiguos y las porcelanas, aunque para estos caprichos hace falta mucho dinero".

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