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El presidente libanés y el primer ministro de Israel hablan con Reagan sobre Oriente Próximo

La situación en Oriente Próximo adquiere carácter prioritario para la política exterior norteamericana, con sendas reuniones en la Casa Blanca. entre el presidente Ronald Reagan, el primer ministro de Israel, Yitzhak Shamir, y el presidente de Líbano, Amín Gemayel. La evolución del conflicto en Líbano, la posibilidad de un acuerdo de cooperación militar entre EE UU e Israel y un intento de reactivar el plan de paz de Reagan para Oriente Próximo centran los puntos capitales de los encuentros- que Reagan mantiene estos días con los primeros responsables políticos de Israel y Líbano.

Aunque Shamir y Gemayel coincidirán prácticamente en Washington, no se espera ningún encuentro -bilateral entre ambos políticos ni tampoco alguna reunión tripartita con el presidente Reagan. EE UU tratará por separado, con los Gobiernos de Te¡ Aviv y Beirut las perspectivas del conflicto de Oriente Próximo."Tenemos los mismos intereses y objetivos comunes", dijo Shamir antes de la primera ronda de dos series de negociaciones con Reagan. En materia de relaciones EE UU-Israel, la desaparición de la escena política del ex -primer ministro Menájem Beguin da un tono nuevo a la proyección en las tensas relaciones Washington-Tel Aviv, así como la presencia en el importante Ministerio de Defensa israelí de Moshe Arens, ex embajador ¿le Israel en EE UU.

Sin embargo, la llegada de nuevos dirigentes al poder en Israel no logra disipar las diferencias fundamentales entre Washington y Tel Aviv, sobre todo en la petición israelí de estrechar relaciones en materia de cooperación militar, con cesión de créditos y tecnología estadounidenses para la fabricación de armas (aviones en especial) en Israel.

Tampoco cambia la actitud de Israel en relación con la oposición judía a la exportación de armas estadounidenses hacia países árabes que no reconocen el derecho a la existencia del Estado de Israel, o el proyecto norteamericano de modernizar las fuerzas militares jordanas, con objeto de convencer al rey Hussein para que entre en la mesa de negociación sobre el futuro de los palestinos, lo que supondría una retirada de Israel de los territorios de Cisjordania, donde -contra la petición de Reagan- Tel Aviv continúa instalando nuevas colonias judías.

A pesar de las discrepancias entre EE UU e Israel, la radicalización de Siria en la guerra de Líbano -con posibles conexiones en el atentado contra los marines en Beirut, saldado con 239 muertos- contribuye a que Washington reconsidere el papel de Israel en la zona.

"Nuestro objetivo continúa siendo la retirada de todas las tropas extranjeras de Líbano", dicen en la Casa Blanca. Pero mientras los sirios siguen ocupando parte de Líbano, EE UU no forzará la salida total de las tropas de Israel del sur del territorio libanés. Para Reagan, sin embargo, cuenta también el calendario electoral, en el que debe tener en cuenta una futura salida de los marines de Líbano para evitar complicaciones electorales ante la probable candidatura a la reelección de Reagan, en noviembre de 1984.

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