Emoción en Italia al quedar en libertad una niña de año y medio, secuestrada hace 40 días
Ayer los italianos se despertaron con una noticia que les hizo saltar de la cama de alegría: la liberación, por parte de las fuerzas del orden de la pequeña Elena Luisi, de 18 meses de edad, secuestrada hace 40 días en Toscana, tras haberla arrancado brutalmente de los brazos de su madre, Isabella, durante la noche.
La pequeña Elena, que ha tenido durante las últimas semanas en vilo a todas las familias de este país, fue abandonada por los bandidos que la tenían prisionera durante la noche del viernes al borde de una carretera de la provincia de Mesina, en Sicilia.La niña estaba dentro de una cesta de mimbre, tapada con unos sacos viejos y tiritando de frío. Había intentado salir de la cesta, abandonada en plena carretera, lo que habría puesto en peligro su vida.
Los secuestradores habían pedido por su rescate 300 millones de pesetas, a pesar de que sus padres son gente humilde. El padre, Rino, posee sólo un camión para mudanzas. Quien tiene mayores disponibilidades económicas es el abuelo, Niccolo, concejal democristiano de Bagni di Luca, un pueblecito de 300 habitantes situado en Toscana.
Por esta razón, al principio se había hablado de que el secuestro de la niña podía obedecer a una posible venganza personal.
La liberación de la niña, sin rescate, fue obra de la policía y de la magistratura, que, tratándose de un caso tan humano, que ofendía a la conciencia misma de este país, habían contado con todo el apoyo del Gobierno. El primero de los implicados en el secuestro que fue detenido es una persona de la que nadie habría sospechado su participación en el hecho. Se trata de Franco Chille, concejal republicano de Milazzo, en la provincia de Mesina, y hermano del director de la cárcel de Ferrara. La policía le detuvo cuando tenía en su poder una fotografía instantánea sacada a la niña en su prisión.
A través de este primer eslabón de la cadena fueron descubiertos la mayor parte de los componentes de la banda. Los demás, viéndose acosados, abandonaron a la niña. El caso de la pequeña Elena había impresionado tanto a los italianos que hasta el presidente de la República, Sandro Pertini, y el papa Juan Pablo II habían hecho llamamientos al sentido de humanidad de los secuestradores.
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