_
_
_
_

Italia, el país 'paralelo'

Italia no posee únicamente una economía sumergida más importante que la que dudosamente flota. Es todo un pueblo convertido en un iceberg del que tan sólo emerge una caperuza que es el país oficial.No serían imaginables en otro lugar unas elecciones municipales en las que el partido que preside el Gobierno obtuviera un 10%. de sufragios, y constituyeran un espaldarazo a su política. La acrobática coalición gubernamental presidida por el socialista Bettino Craxi ha redondeado modestamente hasta los dos guarismos su cota electoral, y hoy tenemos más Craxi que ayer pero, quizá, menos que mañana.

Lo que ocurre es que el Gobierno, presidido por un minoritario que coordina pero no puede gobernar, es la expresión de un equilibrio, no de un mandato; y ese equilibrio se acomoda bien a que nada sea lo que nominalmente está llamado a ser Italia es un país paralelo que consigue que, habiendo enfermo, el remedio no sea peor que la enfermedad. Hay que resistir a la tentación de aplicar el anatema de Ortega contra la España invertebrada. No es que los italianos carezcan de elite y la calidad esté en la base. Es que la base tiene tanta cabeza que sus representantes expresan algo diferente a aquello para lo que teóricamente han sido sancionados.

Si la economía anda mal, la economía se sumerge; pero no únicamente para la chapuza y el apaño, sino para exportar al mundo entero desde artesanía hasta mano de obra especializada; si la democracia cristiana se extenúa de gobernar y las formas exigen un recambio, la. DC se sumerge reteniendo lo que le interesa: la Confindustria, la RAI, y la estabilidad mafiosa del mezzogiorno, si el famoso factor K impide que el partido comunista llegue al poder, el PCI se sumerge para ensayar de comuna para abajo lo que no le consienten de región para arriba; si la RAI se convierte en una carcasa no representativa, centenares de minitelevisiones privadas llenan en la vida local el vacío que deja el monstruo sumergido. Por cada gesto oficial hay una decisión operativa más abajo para que las cosas funcionen. Así ya se puede.

Por eso, cuando Berlinguer, aconchabado con un católico peligroso llamado Aldo Moro,concibió el compromiso histórico. el peor revisionismo del hecho italiano trataba de abrirse paso. Es posible que el asesinato de Moro, perpetrado por las Brigadas Rojas, pretendiera impedir que el partido comunista se legitimara por el poder, pero, en cualquier caso, los terroristas obedecían a consignas metahistóricas que les desbordaban. Italia no podía dejar de ser un país paralelo.

Aún vale a fines del siglo XX la jaculatoria de Cavoitir: Italia fará da se. Inútil presentarse sin recomendaciones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_