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Las inundaciones se cobran 12 muertos y provocan una grave situación en la zona de Lisboa

Las lluvias que seguían cayendo ayer torrencialmente sobre Portugal se han cobrado un total de 12 vidas humanas en la región de Lisboa, según el balance oficial de víctimas de anoche. El agua combinada con la niebla dificultaba ayer las operaciones de socorro, mientras el Tajo, que ha inundado ya decenas de kilómetros cuadrados, crecía de forma rápida y alarmante a última hora de la tarde. En la capital, sobre todo en los barrios pobres, la situación es desoladora.

Según los datos oficiales, además de los muertos, una decena de personas han desaparecido, sorprendidas por la inundación durante el sueño o en el interior de vehículos arrastrados por la riada, mientras circulaban en los alrededores de Lisboa. El jefe del Gobierno español, Felipe González, ha mandado un telegrama de solidaridad a las autoridades portuguesas, que durante todo el domingo concentraron sus esfuerzos en restablecer las comunicaciones terrestres entre Lisboa y el norte del país. Su total interrupción plantea serios problemas para el abastecimiento de los más de dos millones de habitantes de la zona de la capital.Ayer por la tarde llovía sobre toda la cuenca del Tajo en territorio portugués y los pantanos descargaban importantes caudales de agua. La Armada y el Ejército empezaron a evacuar varias localidades. En la periferia de Lisboa los ayuntamientos han creado puestos de socorro para alojar y alimentar cerca de 3.000 personas.

Centenares de casas y chabolas han sido totalmente arrasadas en los barrios pobres de la capital, y otros edificios fueron evacuados corno medida de seguridad. En toda la periferia norte de Lisboa, que visitamos durante la tarde de ayer, el ambiente era todavía de gran preocupación y todos los medios humanos y materiales disponibles estaban movilizados en previsión de que la situación se agravase durante la noche.

La policía se esfuerza en evitar el pillaje en los locales inundados. La dificultad de controlar totalmente la situación en una zona tan densamente poblada, hace que se registren numerosos robos. El Gobierno trata de evitar el pánico y reitera que "la situación es grave pero no dramática". Los ayuntamientos más afligidos por la catástrofe critican la falta de apoyo de las autoridades centrales y denuncian la insuficiencia de los medios utilizados.

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