La victoria de la APRA y de los marxistas en las elecciones municipales presagia profundos cambios en la política peruana
A falta de los datos electorales de las selvas de San Martín, Acción Popular, el partido derechista en el poder, ha perdido la alcaldía de todas las capitales de departamento en las elecciones municipales celebradas el domingo. La doble oposición al Gobierno de Belaúnde Terry ha superado los votos de la coalición legislativa AP-PPC (Acción Popular Partido Popular Crisitiano). El APRA ganó en 16 departamentos, en alguno de los cuales no había triunfado jamás, como en Arequipa, y el frente popular Izquierda Unida, en cinco, obteniendo la decisiva alcaldía de Lima. Un desusado despliegue militar en todo el país estranguló la sombrías amenazas de Sendero Luminoso, que esta vez no logró ni dejar la, capital a oscuras, su favorita y paradójica propaganda.
Ha sido una estrepitosa derrota de la derecha peruana, enquistada en los barrios elegantes de Lima; ha sido también una derrota política del terrorismo, ante la decidida concurrencia a las urnas, que los senderistas pretendieron boicoterar. La abstención fue de un 32%, muy pequeña si se tiene en cuenta el temor a los atentados callejeros, la desorganización de los comicios (el Ejército ni siquiera proveyó a Lima de urnas suficientes) y, las características físicas del país (selvas y Andes centrales).El APRA -ese partido condenado a no llegar jamás al poderse ha dibujado como la primera fuerza política, de cara a las presidenciales de principios de 1985, y su joven secretario general, Alan García, comienza a ser presentado como el sucesor de Belaúnde y el primer político aprista que cuenta con posibilidades reales de acceder a la presidencia.
El segundo puesto en la política peruana corresponde desde el domingo a Izquierda Unida, un frente popular marxista y democrático (casi en las antípodas del APRA) que agrupa a siete partidos de izquierda, desde el comunista al socialista revolucionario. El crecimiento electoral de Izquierda Unida es el más aparatoso, y su espectacular triunfo en Lima, con, un 38% de los votos, contra un 28% del candidato aprista, les ha llenado de gozo y hasta cierto punto de estupor. Con unas fuerzas arma das aún ronroneantes, la instalación en el palacio presidencial de Lima, de aquí a poco más de un año, del candidato de un frente popular resulta todavía impensable. Parece claro que las presidenciales de 1985 se dirimirán entre el APRA e Izquierda Unida; pero la elección a dos vueltas garantiza el triunfo de los primeros, sobre quienes se volcará el voto de la derecha para impedir un triunfo marxista en Perú. Por más que Izquierda Unida ha sido muy explícita en su rechazo del terrorismo de Sendero Luminoso, ya han comenzado desde los aledaños de Acción Popular las insinuaciones envenenadas sobre lo que será de Lima con un marxista revolucionario en la alcaldía.
La bastalla de Lima
Alfonso Barnechea, un periodista del APRA, de 31 años, recién casado, fue derrotado en Lima por Alfonso Barrantes, un abogado de 3,5 años, soltero, sin hijos, ex militante del APRA y, del Partido Comunista hasta escisión a cuenta del conflicto chino-soviético.
Barrantes y el frente popular se enfrentarán, en el escaparate nacional que es Lima (un tercio de la población del país), a problemas inconmensurables, agudizados por la. seguridad de que desde ahora el Gobierno no va a dar un sol (moneda nacional peruana) para detener la calcutización limeña. El arma de Barrantes e Izquierda Unida no es menos temible: en su alcaldía y en la plaza de Armas de Lima tienen desde el domingo una balconada frente al palacio presidencial para pronunciar ante las masas algo más que discursos sobre el estado de las calles. El virtual alcalde limeño ya ha pedido la dimisión del Gobierno y un cambio inmediato en la política económica. En las filas gubernamentales de Acción Popular se duda públicamente entre aconsejar a Belaúnde que designe un nuevo -Gobierno de independientes que llegue hasta las elecciones de 1985 o -los más osados- que entregue el Gobierno con reparto proporcional de carteras al APRA e Izquierda Unida.
Todo el mapa político peruano ha quedado removido tras el terremoto de las municipales del domingo. Las Fuerzas Armadas permanecen silenciosas, pero el temor a los militares es tal que en la noche del domingo sólo 2.000 o 3.000 pobres de la tierra festejaban frente al humilde local de Izquierda Unida su triunfo histórico con blandos aplausos, algunos bailes a los sones andinos y ninguna explosión popular de júbilo.
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