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Craxi quiere considerar al neofascista MSI como un partido más del 'arco constitucional' italiano

Juan Arias

El líder del Movimiento Social Italiano (MSI), Giorgio Almirante, está eufórico. Su partido, heredero de los nostálgicos del fascismo, considerado hasta ahora como fuera de juego de la vida política italiana, aunque dentro de la legalidad parlamentaria, está a punto de entrar por la puerta ancha de la política italiana. Almirante ha declarado que le dijo a Craxi que ellos prefieren una presidencia socialista a una democristiana. Craxi ha reconocido que es hora de considerar a todos los partidos que están legalmente dentro del Parlamento, votados por el pueblo, con la misma dignidad que los que configuran el denominado arco constitucional.

Lo acaba de revelar el mismo Almirante en una larga entrevista al diario Repubblica, en la que afirmaba que cuenta con el apoyo del actual presidente del Gobierno, el socialista Bettino Craxi, que le ha confesado que nunca estuvo de acuerdo con la fórmula de partidos del arco constitucional que dieron vida a las actuales Constitución y República.Son los partidos del arco los que gozan de la plena legitimidad política. El MSI, que siempre fue adversario de esta República y lucha por otra nueva, ha sido siempre, por así decirlo, un partido de segunda categoría, ya que nunca se le permitió participar plenamente, por ejemplo, en el trabajo de las comisiones parlamentarias ni formar parte de ningún Gobierno. Había sido legalizado como partido tras haber renunciado a la denominación de fascista. Al principio reunía también a los viejos nostálgicos de la monarquía y se le consideraba como el partido de los neofascistas, acusados de hacer el doble juego de hombres de la legalidad en el Parlamento y de promotores del terrorismo y la desestabilización fuera de la Cámara.

Ellos se defendieron siempre contra dichas acusaciones, y su líder, Almirante, hombre de una elocuencia muy brillante, ha ido poco a poco vistiéndose con el traje del hombre de la derecha moderna.

En el Parlamento, en muchas ocasiones, los votos del MSI han sido preciosos a la Democracia Cristiana para sacar adelante ciertas leyes y ciertos nombramientos. Ahora dicen que no están dispuestos a ser comparsas de nadie. Y quieren participar a pleno título en la vida del Parlamento.

En un tiempo se había pensado incluso en declarar ilegal al partido de Almirante. Eran los años duros del terreirismo de ambos bandos. Después se pensó que era mejor, para controlarles, tenerles dentro de la legalidad a estos secuaces del viejo fascismo. Ahora, el proceso da un paso adelante. En el momento en que, después de las últimas elecciones, este partido empezaba a levantar la cabeza tras años de inmovilismo, los socialistas han pensado que es mejor frenarles poniéndoles puente de plata.

Sobre todo porque empiezan a encontrar eco en el proletariado más olvidado: desocupados, ancianos, jubilados, barrios bajos de los grandes centros del Sur. Y hasta en Roma. En Nápoles, el próximo día 20 habrá elecciones municipales y existe el temor de que los misinos de Almirante puedan superar a la Democracia Cristiana, convirtiéndose, después de los comunistas, en el segundo partido de la capital del sur del país.

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Puede resultar que el MSI acabe siendo el partido de la derecha moderna; la DC, junto con los liberales y republicanos, el partido de centro; los socialistas de Craxi, de quien dice Almirante, que es "el socialista menos histórico", en los socialdemócratas europeos modernos, y el Partido Comunista de Berlinguer, en el verdadero partido socialista de este país.

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