La crisis económica canadiense acelera el "desgaste' de Trudeau
Canadá vive un otoño político caliente, con nuevas tensiones en asuntos lingüísticos, pérdida de prestigio del Gobierno federal que dirige Pierre Elliot Trudeau y subida del nuevo líder conservador, Brian Mulroney. Mientras, a escala regional, la provincia francófona de Quebec parece más preocupada por la situación económica que por la eventualidad de un nuevo referéndum independentista. El corresponsal de EL PAIS en Washington acaba de visitar Canadá.
Los dos líderes políticos más populares de Canadá, el primer ministro liberal, Pierre Elliot Trudeau, y el primer ministro nacionalista de Quebec, René Levesque parecen un tanto quemados ante la opinión pública canadiense, en este otoño de 1983 que marca prácticamente el inicio de probables e importantes cambios políticos en Canadá.A escala de Gobierno federal, Trudeau sufre un neto deterioro de la popularidad, debido en parte a la crisis económica y al desgaste natural del veterano líder político. Los sondeos dan sólo un 23% de personas favorables a la continuidad de Trudeau al frente del Gobierno de Ottawa, mientras el 32% consideran que el nuevo presidente del partido conservador, Brian Mulroney, "sería el mejor primer ministro para Canadá".
A nivel de lucha política regional, la provincia francófona de Quebec (que aporta el mayor número de diputados liberales para el Gobierno de Trudeau) es también escenario de luchas preelectorales, con pérdida de prestigio del primer ministro
nacionalista, René Levesque, con la reaparición en la escena política del ex primer ministro liberal Robert Bourassa.
Cuando el 18 de febrero de 1980 Trudeau llegó otra vez al poder desbancando al conservador Joe Clark, cuyo Gobierno duró poco más de seis meses, debido a la impopularidad del inexperto político, los canadienses parece que votaron más por rechazo a Clark que por el retorno de Trudeau. Pero la luna de miel del nuevo Gobierno Trudeau duró poco, a pesar de su amplia mayoría en el Parlamento.
Crisis económica, referéndum sobre el futuro de Quebec en la primavera de 1981, y frialdad de las provincias anglófonas a la hora de pasar balance al Gobierno liberal son los factores que alegan los analistas políticos canadienses para explicar el cansancio que parece provocar la continuidad del primer ministro liberal.
La llegada de Mulroney origina una corriente de simpatía política por el cambio de líder en la política de Ottawa.
Aunque las elecciones federales no serán hasta marzo de 1985, término de la legislatura normal del actual Gobierno, Mulroney parece muy bien situado para colocarse com o una real alternativa de poder en Canadá. Mulroney, abogado de origen quebequense, instalado en la ciudad de Toronto, es bilingüe y cuenta con buena reputación en el mundo de los negocios. A sus 44 años de edad, Mulroney pasa por ser un hombre capaz de aglutinar al voto conservador del conjunto de Canadá (Trudeau munca llegó a romper un cierto escepticismo electoral del oeste anglófono del Canadá).
"La política exterior de Canadá sera más proestadounidense y conservadora", afirma el comentarista de Radio Canadá René Mayo, si Brian Mulroney acaba siendo primer ministro de Canadá.
A pesar de estar estrechamente vinculado a Estados Unidos, sobre todo en materia económica y militar, la política exterior de Pierre Trudeau ha sido siempre más liberal que la de sus vecinos de Washington.
Mientras en la arena política federal canadiense el cambio parece estar en marcha, a nivel de política regional, en la polémica provincia de Quebec crecen también las posibilidades de cambio. De aquí a las próximas elecciones regionales, el Gobierno nacionalista que dirige Levesque dedicará todos sus esfuerzos a la reactivación económica (con creación de 125.000 nuevos puestos de trabajo) y sacar otra vez la cuestión del vínculo de Quebec al Gobierno federal.
"¿Cómo hablar de referéndum independentista en Quebec, cuando el paro está en el 13,8%?", se interroga Peltier,
editorialista de La Presse. La respuesta, sin embargo, la dio el propio Levesque en una amplia entrevista publicada recientemente en el diario La Presse, de Montreal. "Dentro de dos años habrá elecciones", dijo Levesque, "y en el corazón de la contienda electoral estará la cuestión nacional, es decir, el futuro de Quebec".
La polémica de Quebec
Para Levesque, ex periodista de la televisión, fundador del Partido Nacionalista de Quebec y primer ministro de una región con una extensión territorial más grande que los territorios juntos de España, Portugal, Francia, Suiza y las dos Alemanias, el tema de la independencla no está zanjado para los poco más de seis millones de habitantes de Quebec. El referéndum del 20 de mayo de 1980, propuesto sobre la base de un Quebec como Estado soberano-asociado al resto de Canadá, fue rechazado por el 59,4% de votos y respaldado por el 40,6%. Fracaso que no impidió que Levesque ganara al año siguiente las elecciones regionales y continuaramanteniendo el proyecto de un nuevo referéndum. Leves que cree que en las próximas elecciones el 50% del voto será partidario de la independencia de Quebec.
De implantación sólo regional, el Partido Nacionalista de Quebec deberá afrontar la oposición del Partido Liberal, que resucita al activo ex primer ministro de Quebec Robert Bourassa (que fue el primer ministro más joven de Quebec, a los 36 años, durante la legislatura de 1970-1976), que promete volver con la experiencia" para crear empleos, reactivar la economía y continuar con el status de Quebec como una más de las 10 provincias del Estado federal de Canadá.
Esperando una reactivación económica capaz de cambiar las actuales previsiones del ta blero político, Trudeau y Levesque preparan sus calendarios electorales ante el asalto de los nuevos líderes de la oposición.
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