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Juan Pablo II reconoció en la clausura del sínodo que en su desarrollo habían aflorado "difícultades y tensiones".

Juan Arias

Con un discurso de 12 folios en latín, el Papa se despidió ayer de los padres sinodales, a los que saludó uno por uno. En su discurso a los 206 obispos y cardenales, que durante un mes han debatido el tema de la Penitencia y reconciliación en la Iglesia, el Papa respondió a todas las críticas que habían surgido en los debates y empezó por admitir qué durante el sínodo afloraron "dificultades y tensiones".

Pero Juan Pablo II se ha mantenido en las posturas tradicionales. A los obispos que habían insistido en la búsqueda de un nuevo concepto de pecado más comprensible al mundo moderno y que habían insistido en la dimensión social de la culpa, el Papa les ha respondido que en la Iglesia de Jesucristo se puede hablar de pecado "social o estructural" sólo en sentido "analógico" y no en sentido propio.El pecado, según Juan Pablo II, es siempre "un acto de la persona", y no existe otro camino para una separación radical de pecado en el mundo, en todas sus especias y en todos sus medidas, que "el camino evangélíco llamado metanoia", que es, ha subrayado el Papa, "el camino de la reconciliación".

El Papa se lamentó de la crisis de la penitencia en sus diversas formas. Dijo que su mayor inquietud persortal consiste en que "se nota entre los cristianos, especialmente en algunos círculos, ambientes y sociedades, ciertas actitudes que revelan la falta de la dimensión de la penitencia".

Aguar las propuestas

Una de las mayores preocupaciones del sínodo había sido el hecho de que muchos obispos, sobre todo del Tercer Mundo, han advertido un cierto sentido de frustración por el hecho de que el sínodo es sólo un órgano consultivo del Papa y no deliberativo. El temor de dichos obispos es que vienen a Roma, exponen con claridad sus problemas, hacen sus críticas y después todo acaba filtrado por la curia o por los más cercanos al Papa, y sus propuestas quedan al final muy aguadas, "casi irreconocibles", dijo un obispo africano.

Ausencias del Este

Ha alabado, sin embargo, a los padres del sínodo por su sensibilidad frente a los problemas de la paz y del desarme. "La situación internacional es muy tensa", dijo el Papa, "y también yo estoy profundamente preocupado. Todos somos testigos de los conflictos amenazadores que existen en el mundo contemporáneo". Juan Pablo II reveló que el día 27 de septiembre envió "un mensaje personal" a los presidentes de Estados Unidos y del Presidium de la Unión Soviética en el que les pedía que no desistieran en la negociación como único medio para solucionar los conflictos.El Papa deploró también el hecho de que algunos obispos del Este comunista no hayan podido asistir al sínodo por habérselo impedido sus Gobiernos, y el sinodo ha enviado telegramas de protesta, al respectó, al embajador soviético en Roma.

Por su parte, Juan Pablo II nombró ayer los tres miembros de elección pontificia para la secretaría general del sínodo, que se añaden a los 12 ya nombrados por el sínodo con voto secreto. Mientras los padres sinodales habían nombrado a los personajes más progresistas, Juan Pablo II ha elegido personalmente a tres conservadores: al cardenal alemán occidental Joseph Ratzinger, prefecto del ex Santo Oficio; al colombiano López Trujillo, gran enemigo de la llamada teología de la liberación, y al arzobispo ucraniano Maxim Hermaniuk, que desde Canadá sigue a sus compatriotas en la diáspora.

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