Irak, a favor de la paz
Después de leer su editorial del pasado jueves 13 de octubre titulado El estrecho del petróleo, me sentí defraudado y un tanto sorprendido por la desinformación (¿intencionada?) manifiesta en el mismo.Primero califica al presidente Sadam Husein de dictador y luego le acusa de ser el que inició una agresión con el fin de "aprovechar la agitación revolucionaria jomeinista para saldar a su favor el contencioso en las fronteras históricas entre los árabes y los persas".
Nada más lejos de la verdad, al menos desde el punto de vista objetivo y lógico. En Irak funcionan todas las instituciones democráticas, desde el Consejo Nacional (Parlamento) hasta el Consejo Legislativo de la región autónoma del Kurdistán, y dichos consejos han sido elegidos democráticamente por el pueblo iraquí.
Es un deber, por añadidura, respetar dicha elección, aunque, por otra parte, opinar sobre este o aquel sistema político es absolutamente legítimo, pero que se ejerza con respeto.
En segundo lugar, resulta injusto calificar a Irak de agresor, mientras todo el mundo sabe que mi país tuvo que soportar pacientemente innumerables agresiones y actos de terrorismo por parte del régimen jomeinista (hubo más de 180 violaciones del espacio aéreo iraquí y bombardeos masivos contra nuestras ciudades fronterizas, aparte de los actos de terrorismo contra objetivos civiles, organizados y financiados por Jomeini y justificados oficialmente en Teherán para derrocar a un régimen infiel y satánico) antes de septiembre de 1980.
A pesar de todo, Irak demostró estar siempre a favor de la paz, a
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