60 cámaras, a la caza de rostros universitarios
Más de medio centenar de fotógrafos -aficionados y profesionales, viejos y jóvenes, con licencia y sin ella, autónomos y contratados- andan batiendo las facultades universitarias madrileñas desde finales de agosto a bien entrado noviembre, a la busca y captura de alumnos o aspirantes a serlo. Las fotos de carné mueven en estos comienzos de curso varios millones de pesetas.
Antonio Hidalgo es bajo y barbudo. Se licenció en Geológicas, hizo la tesina y está en paro. "Llevo cuatro años haciendo fotos de carné en las puertas de las facultades. Éste es un pequeño negocio como otro cualquiera, riesgos incluidos. El año pasado me quedé con fotos sin cobrar por valor de 4.000 pelas. Saqué limpias, después de un par de meses de trabajo, unas 100.000.Este año hay mucha competencia. En la puerta de la facultad de Derecho de la Universidad Complutense, donde está instalado Hidalgo, hay cuatro fotógrafos por la mañana y tres por la tarde. En Medicina, Filosofía B y Económicas de Somosaguas, la oferta es similar. El resto de facultades no anda muy por debajo. 20 fotógrafos que trabajan en otros tantos centros lo hacen con una misma organización, Servest. "La mafia, la multinacional ' que se quiere hacer con la exclusiva", acusan los autónomos.
"Yo fui el inventor de este negocio hace ya siete años", afirma Pablo Loring, antaño estudiante de Derecho, que no acabó la carrera, y hogaño administrador general de Servest, SA. "Un amigo y yo hacíamos fotos, cada uno en una facultad diferente.
Un día, Loring vio que aquello marchaba, que el estudiantado había entendido que le salía más barato y más cómodo hacerse las fotos en su propia facultad que en un fotomatón de Moncloa. "La masificación de la Universidad nos lanzó. El estudiante ya no necesitaba solamente las fotos para la matrícula, sino también un buen número de ellas para las fichas de clase".
Expansión
Loring y su socio comenzaron a poner anuncios en los paneles de las facultades. "Si tienes una cámara, tienes trabajo", decían. Y era verdad. El chico o la chica ponían su Kodak doméstica y su trabajo. El resto, el carrete, el papel, el revelado, lo ponía Servest.En 1980, Loring y cinco socios más fundaron Servest, S A, con un capital inicial de 200.000 pesetas, que se amplió pronto en 100.000 más. La sede social se ubicó en una vieja tahona del barrio de Tetuán. Desde allí, el negocio intentó, sin éxito, extenderse a las universidades de Sevilla, Salamanca y Barcelona.
Este añoja competencia se ha hecho durísima. Hay más cámaras trabajando que nunca, unas 60, entre las universidades Complutense y Autónoma. Y alguna cámara anda ya en los institutos de enseñanza media.
A Servest le han salido dos competidores. Uno de los grupos ofrece 16 fotos en color a 250 pesetas. "Venimos a arrasar, a hacemos con el negocio", afirma su responsable, Iñaki, bilbaíno, estudiante de Industriales, parco en palabras. "Nosotros somos todos socios, no hay asalariados".
El tercero en discordia es un grupo organizado por José M. l., estudiante de segundo de Veterinaria, que lleva ya cuatro años en el asunto. Hasta ahora, trabajando solo. Ahora, con ocho fotógrafos a comisión. Por otra parte, están los autónomos, docenas de autónomos.
Por las mañanas, a primera hora, hay pequeñas broncas en las puertas de alguna facultad si llega algún fotógrafo nuevo. Con los del color, que llegaron muy tarde, hubo varios enfrentamientos. "Estoy aquí desde finales de agosto", dice un autónomo, aguantando el calor sin ningún cliente, sólo por coger el sitio. Y ahora no voy a dejar que me coma el terreno un recién llegado". "El año pasado", comenta otro autónomo veterano, "saqué más de 200.000 pesetas libres haciendo fotos tres horas diarias durante dos, meses".
El más conforme con el invento y con la competencia es el estudiante. Hay cola para hacerse fotos.
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