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Jesús Pacheco y Ramona Álvarez

Al minero silicótico y su mujer, con medio cuerpo paralizado por una trombosis, los 36 millones ganados en las quinielas les llegan tarde

Para Jesús Pacheco y Ramona Álvarez , ambos vecinos del poblado minero de La Camocha (Gijón), los 36 millones de pesetas ganados al acertar los 14 resultados de la quiniela el pasado domingo llegan tarde. Jesús Pacheco, minero jubilado, de 48 años, padece silicosis en tercer grado y por ello ha de permanecer al menos 20 horas con oxígeno. Su mujertiene prácticamente paralizada la parte izquierda del cuerpo a consecuencia de una trombosis sufrida hace cuatro años. No tienen hijos. Sus sobrinos Marcelino Rodríguez y María Amparo Rendueles venían ayudando al matrimonio. Con los 36 millones lo primero que piensan hacer es poner una chica a trabajar en su casa.

La vivienda de Jesús Pacheco y Ramona Álvarez es, desde el lunes, el centro del poblado de La Camocha. Amigos, vecinos, curiosos y banqueros se acercan a dar la enhorabuena. "Lo que es la vida: hasta ahora nadie se acordaba de nosotros", dicen.Fue Ramona Álvarez quien rellenó la pasada semana el boleto ganador y quien, afortunadamente, cometió el error de poner un 2 a la Real Sociedad-Málaga, cuando en realidad pretendía marcar el 1. "De fútbol no tengo idea. Pregunté a mi marido que cuál de los dos equipos era el mejor. Él me contestó que la Real y sin querer puse lo contrario". Jugaban 120 pesetas.

Jesús Pacheco no daba crédito a sus ojos cuando, una y otra vez, repasaba el domingo por la noche los 14 resultados.

La alegría que sintió el matrimonio le hizo olvidar por unos instantes su penosa situación sanitaria. Jesús Pacheco es natural de Cuntis-Portelo, Pontevedra, donde trabajaba hasta el año 1953 como labrador. Vino entonces a Asturias para trabajar como picapedrero en Gijón y, posteriormente, como barrenista en las minas de La Camocha. En 1964 se fue a Francia, donde trabajó como marmolista. Su progresivo empeoramiento por la silicosis hizo que seis años más tarde se jubilara.

Pendiente del oxígeno

No puede evitar recordar en estos gratos momentos sus constantes ingresos en el Instituto Nacional de Silicosis -"más de una vez mi familia me dio por muerto"-, como tampoco las tres extremaunciones que recibió y sus paseos continuos por la Unidad de Vigilancia Intensiva.Por todo ello, su vida se desarrolla prácticamente en la casa. Sometido a un severo régimen, sin poder beber alcohol, se pasa al menos 20 horas enganchado al tubo del oxígeno. Su mujer sufrió hace cuatro años una trombosis que le dejó paralizada su parte izquierda. Pese a ello puede ir a la compra y participar en tertulias con las vecinas.

"El dinero llega tarde", señala. Por lo menos, ya no pasarán los apuros económicos que sufrían con las 32.000 pesetas de pensión mensual. "Meterernos una chica en casa para que nos atienda", apuntan como su primera inversión. Piensan seguir viviendo en La Camocha. "Con nuestra salud, a dónde vamos a viajar".

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