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Kasparov perdió sólo dos partidas en las simultáneas

Garry Kasparov, el nuevo niño prodigio del ajedrez mundial y próximo candidato a destronar al actual campeón del mundo, su compatriota Anatoli Karpov, dio ayer una exhibición del juego ofensivo que le caracteriza batiendo en unas simultáneas a 25 tableros, entre los que se encontraban 10 maestros nacionales y catalanes, y representantes de la Prensa. En la exhibición el ajedrecista soviético, que ayer recogió el oscar mundial de ajedrez, ganó 22 partidas, perdió ante José Miguel Gil González, 18 años, y Josep Miralles, de 21 años, e hizo tablas con Pepita Ferrer y Ramón Álvarez.

"Soy un jugador básicamente intuitivo en la estrategia, con grandes elementos tácticos y combinaciones, pero mi juego es muy ofensivo", había declarado Kasparov, de 20 años, el miércoles en una conferencia de Prensa ofrecida a los medios informativos barceloneses. Esos mismos periodistas pudieron comprobar ayer que este hombre, que el día anterior había reído y enseñado un carácter más latino que soviético, se transformaba en aquel rectángulo preparado para jugar las simultáneas ante 25 tableros cambiando su aspecto por el de un hombre duro que no estaba allí para hacer turismo, sino para agredir, ajedrecísticamente hablando, a sus rivales.Diecieseis jugadas bastaron para que Kasparov, único ajedrecista soviético que se permite el lujo de ir por el mundo reconociendo las actitudes del ex campeón mundial, el norteamericano Bobby Fischer, acabara con las buenas intenciones del que suscribe esta crónica. Los periodistas, conscientes de lo que nos iba a pasar, nos pusimos en un mismo lado, mientras que enfrente estaban los maestros nacionales, Alejandro Pablo y Manuel Pujol, los maestros, catalanes, José Paredes, Miquel Illescas, Josep Miralles, Josep Garriga, el campeón de España juvenil José Miguel Gil González, el preferente Ramón Álvarez y la maestra internacional, Pepita Ferrer.

En nuestros sueños de la noche anterior, este humilde tercerilla se contentaba con aguantar un máximo de 30 jugadas. El aspecto agradable que Kasparov nos había dado el día anterior nos sugería, no se sabe porqué razón, que podía ser conservador en su juego y perdonarnos la vida. No fue así. Su aspecto era agresivo, ni los aplausos que le brindaron los aficionados le hicieron cambiar su semblante. Es totalmente ofensivo en su juego, y si consigue una mínima ventaja se avalancha sobre el rival destrozándolo. Karpov también gana, pero lo hace más lentamente. Kasparov va de frente. Por momentos tuve la sensación de que jugar ante este hombre debe ser lo mismo que recibir impactos cercanos de un SS-20.

No sólo acabó con los periodistas, neófitos en la materia. Se ensañó con los maestros nacionales, pero, como las computadoras demostró que comete errores. Éstos le costaron sus dos únicas derrotas ante juveniles catalanes. Gil González y Miralles estaban satisfechos, pero para ellos "esta victoria es gratificante, pero no importante, porque ha jugado rápido; lo mejor sería ganarle en un torneo serio".

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