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20 muertos y centenares de heridos en Filipinas al hacer explosión varias granadas durante un concurso de belleza

Al menos veinte personas resultaron muertas y 252 heridas de distinta consideración la noche del pasado sábado ante el ayuntamiento de la ciudad filipina de Davao, 950 kilómetros al sur de Manila, al hacer explosión varias granadas lanzadas por un grupo de individuos desconocidos contra una multitud de unas dos mil personas que presenciaba la coronación de una reina local de belleza. De acuerdo con testigos presenciales, entre las víctimas, cuyo número puede ascender en las próximas horas, figurarían seis niños.

Según las primeras informaciones, los hechos se iniciaron con la explosión de una granada junto al podio donde la reina entrante, que resultó gravemente herida, estaba siendo coronada reina de la belleza. Segundos después estalló otra granada más en las primeras filas del público, compuesto principalmente por jóvenes. Al poco explotó una tercera granada. La reina saliente y dos concejales sufrieron graves heridas.El pánico se apoderó entonces de los reunidos, algunos de los cuales murieron por las explosiones y otros arrollados y pisoteados a consecuencia de la confusión desatada por el estallido de las granadas. La policía realizó disparos de armas de fuego en medio de la plaza del ayuntamiento, donde el desconcierto era enorme.

Existen todavía puntos muy confusos sobre el suceso, uno de los más luctuosos registrados en el archipiélago filipino en los últimos años.

Tras los hechos, la policía se aprestó a atribuir el atentado al grupo guerrillero comunista Nuevo Ejército Popular, de gran fuerza en el área, que ha desarrollado algunas acciones armadas en la zona. No obstante, la policía no ofreció ninguna prueba que demostrara la responsabilidad del citado grupo en la comisión del atentado. Otra fuente policial local dijo que no había habido detenciones por carecer de pruebas acusatorias y de sospechosos.

Marcos ataca a los ricos

Los hechos se produjeron poco después de que el presidente Ferdinand Marcos, en una alocución televisada en Manila, dijera que las clases pudientes filipinas "se han aliado con los comunistas para derrocarme", argumento ya esgrimido por Marcos días antes de instaurar la ley marcial en el año 1972, cuya vigencia plena ha durado hasta 1980.Marcos parecía especialmente disgustado con los hombres de negocios filipinos, en cuyo barrio financiero de Manila, Mataki, se han desarrollado tres grandes manifestaciones, disueltas violentamente por la policía y el ejército, contra el régimen de Marcos desde que el pasado 21 de agosto muriera asesinado en el aeropuerto de la capital filipina Benigno Aquino, principal dirigente de la oposición, que regresaba a su país tras tres años de autoexilio en EE UU.

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Ferdinand Marcos, en su alocución televisada, dijo que "la etapa de máxima tolerancia observada por las fuerzas del orden con la oposición ha terminado" y que, en adelante, no serán autorizadas las manifestaciones antigubernamentales. En una de éstas, celebrada el miércoles pasado en las inmediaciones del palacio presidencial de Malacanang, que sirve de residencia a Ferdinand Marcos, al menos diez personas resultaron muertas y 150 más heridas durante los disturbios y enfrentamientos registrados al cargar la policía y el ejército contra los manifestantes, que a su vez replicaron duramente. Los muertos se registraron en ambos bandos, según fuentes oficiales.

La policía de Manila desplegó ayer una importante operación en busca de armas y explosivos supuestamente introducidos por grupos de oposición radical al régimen para provocar atentados, según fuentes gubernamentales.

Por otra parte, Marcos, sobre cuyo régimen cae la sospecha de haber instigado el asesinato de Benigno Aquino, se mostró partidario de aceptar la reunión de un comité de reconciliación nacional propuesto por el arzobispo de Manila, Jaime Sin, "para evitar que la situación degenere en una revolución sangrienta".

Jaime Sin, que ayer se hallaba en un consejo episcopal celebrado en la Ciudad del Vaticano, será recibido por el presidente Ronald Reagan durante su visita a Filipinas, programada por la Casa Blanca para los primeros días del próximo mes de noviembre.

Este viaje, que ha sido duramente criticado por la oposición a Marcos, deseosa de verlo cancelado, ha encontrado algunas dificultades para su viabilidad, a tenor de las manifestaciones antinorteamericanas registradas en muchas ciudades del archipiélago filipino a consecuencia del apoyo de Washington al régimen de Marcos, calificado de dictatorial y represivo por la oposición a Marcos.

En su viaje, Reagan se entrevistará únicamente con Marcos y con el arzobispo Jaime Sin. La visita del presidente de EE UU a Filipinas va a verse rodeada de impresionantes medidas de seguridad, que ya están siendo estudiadas por las autoridades estadounidenses.

Sectores de la oposición pidieron a Reagan que aplazara el viaje, porque Marcos, "al igual que sucedió con Aquino, no puede garantizar su seguridad".

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