La LODE, un antídoto contra algunas irregularidades'
Estas manifestaciones se han fundamentado en argumentos que, desgraciadamente, tienen más un carácter de sermón de cruzada que de una valoración seria y ponderada basada en razones de tipo social y eficacia pedagógica. Aducir con cierta ligereza que este proyecto de ley es un émulo del "modelo yugoslavo que nos acerca a la Europa del Este y a países tercermundistas como Cuba", que es lo que dijo Santiago Martín, secretario de la Federación de Religiosos de Enseñanza, supone aprovecharse premeditadamente de la desinformación que el público tiene de dichos modelos educativos.Cuando se leen o se escuchan las manifestaciones de los representantes de las organizaciones empresariales de la enseñanza confesional (FERE, CECE) se advierte desconexión entre lo que proclaman y entre la dinámica interna existente que imprimen en sus colegios. Constantemente esgrimen "el derecho a elegir libremente el modelo educativo por parte de los padres", cuando nadie niega tal principio, y, por otra, restringen al máximo la libertad de expresión de los profesores poniendo todo tipo de cortapisas a la "libertad de cátedra", aduciendo sibilinamente que puede lesionar los principios de su ideario o modelo educativo.
Discriminación ideológica
La cantidad de despidos en centros confesionales durante estos últimos siete años por expresar libremente opiniones en contra de las arbitrariedades legales, educativas y sociales por parte de la dirección de abundantes centros es un claro exponente de cómo la discriminación ideológica que se ha venido ejerciendo no se corresponde con el alarde de libertad que hacen sus dirigentes en sus manifestaciones y que niegan al Gobierno de la Nación, ni se corresponde la proclamación de la justicia evangélica con la libre interpretación que dan a la justicia social en sus colegios. La selección que ejercen del profesorado es marcadamente ideológica, y ello, aparte de ir contra el principio de pluralismo constitucional, va en detrimento de los aspectos profesionales que han de primar en la. selección de un profesor por encima de sus creeencias o convicciones particulares, puesto que la impartición de la ciencia no ha de estar sometida a ningún credo.
El crisol ideológico que el ideario ha supuesto para el principio de integración social y pluralista de alumnos y profesores no puede sustentarse en centros sufragados con dinero público y que, por definición, han de tener un carácter abierto a toda la sociedad, con "estricta neutralidad ideológica y respeto a las. opciones religiosas y morales", a que hace referencia el artículo 27,3 de la Constitución (LODE, artículo 18.1).
La selección de alumnado, como se ha venido haciendo en muchos colegios, de acuerdo a pruebas psicotécnicas para dar acceso a los alumnos de mejor coeficiente intelectual, ha sido una medida segregacionista y elitista. El averiguar el grado de compromiso religioso de los padres ha sido otro factor de selección que atenta contra el principio de libertad religiosa. (Vaticano II, Dignitatis humanae). La defensa de un ideario, que se consiguió con el Estatuto de Otero Novas, y la educación y moldeamiento de los alumnos de, acuerdo a sus principios, supone apartarse de las directrices que establece la Constitución, perpetuando de esa manera el capillismo ideológico y la subsiguiente incomprensión e incapacidad para el diálogo de generaciones que se están educando bajo códigos contrapuestos. Pretender educar bajo una libérrima interpretación de la Constitución, creando modelos educativos que en nada o casi nada se parecen a lo que ha votado la soberanía popular y que subrepticiamente se trasluce en el ideario, es una falacia. En el anteproyecto de la LODE se subraya muy intencionadamente, en el artículo segundo, que la "actividad educativa estará orientada por los principios y declaraciones de la Constitución", y en el apartado b) del mencionado artículo viene a condensarse el gran objetivo de la educación en la escuela: "El aprendizaje del ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro del respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales".
No se puede permitir en una sociedad que ha optado con madurez por un sistema político más igualitario para abolir las profundas diferencias socio-religiosas que nos separan, no se, puede permitir, insisto, el que todavía se sigan perpetuando los problemas seculares que venimos arrastrando por la intolerancia religiosa y política, que son el producto de un excesivo dogmatismo que no prima más que a sus sustentadores y sólo perjudica el deseo de buena convivencia de la mayoría de los españoles. Creo que la integración de alumnos en centros concertados, prescindiendo de su clase y sus creencias, es un paso importante para no perpetuar las dos Españas y formar en las próximas generaciones ciudadanos que sepan respetarse y convivir dentro de un pluralismo, sin dar el tono dramático y apocalíptico cuando nos referimos a modos de ver los problemas de forma distinta.
Atribuir a la LODE términos genéricos e indocumentados, como autogestionaria, laicizadora, marxista o anticonstitucional, es remontarse a las luchas del siglo XIX entre liberales y conservadores-clericales, perdiéndose en la hojarasca verbal para no hacer frente a una profunda autocrítica del papel de la Iglesia en la educación de los últimos lustros y reflexionar sobre serios análisis de eminentes teólogos, como José María González Ruiz, cuando dice que "la historia nos ha demostrado cómo los centros escolares confesionales han creado a nuestros mejores y más distinguidos agnósticos". Ortega y Gasset, en su obra Espíritu de la letra, arremete contra ese sentido de entremezclarlo todo cuando dice: "Nunca he comprendido cómo falta en España un núcleo de católicos entusiastas resueltos a liberar el catolicismo de todas las protuberancias, lacras y rémoras exclusivamente españolas que en aquél se han alojado y deforman su claro perfil. Este núcleo de católicos podría dar cima a una doble y magnífica empresa: la depuración fecunda del catolicismo y la perfección de España. Pues, tal y como están las cosas, mutuamente se dañan".
La cúspide de la Iglesia española, representada por la Conferencia Episcopal, debería conectar con las bases que forman sus asalariados y con los sectores del mismo clero que desean una Iglesia más comprometida socialmente y menos mercantilista, para comprobar que el alarmismo de la jerarquía no se correlaciona con los que están en el tajo batallando y que ven el fenómeno como una necesidad natural para ir puliendo injusticias.
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